24.5.09

Bocados de realidad

La moral carece de patrones objetivos por eso existe la ministra Aído y existe César Vidal: esa ausencia de una referencia objetiva, claramente cuantificable, de fácil acomodo a un canon a partir del cual podamos convivir en armonía sin tirarnos a la cabeza los trastos del lenguaje, es la que hace que los diarios se vendan y el mundo siga girando. En el fondo, Dios asiste al espectáculo en el que sus criaturas, cada vez más cultas, cada vez más civilizadas, legislan sobre lo que parece imposible que pueda haber legislación alguna que satisfaga a todos, pero es que no hay ley que guste a todos por lo que la ministra Aído y César Vidal dan tablas en este ajedrez metafísico. Mientras tanto, a la espera de que antropólogos, neurólogos, teólogos, tertulianos de la COPE, de la SER y demás invitados a este festín semántico se pongan razonablemente de acuerdo, nos entretemos con otros trozos de la realidad. A cuentas del entretenimiento, en nombre de Dios o amparados en la salvaguarda de ese bien común llamado Democracia se pueden cometer los más infames y cruentos actos. Los diarios nos revelan los nombres de los villanos: curas en Irlanda, talibanes en los desiertos, terroristas de diverso pelaje en pisos-franco en París o en Talavera de la Reina. Nos dan rostros, nos crean la vagamente sostenible idea de que formamos parte de la película que nos están vendiendo y tal vez no podamos intervenir en la trama ni nuestra opinión sobre su desarrollo o sobre su desenlace vaya a ser sometida a algún tipo de consideración. Los argumentos de la vida, la que se obstinan en gobernar los administradores de la cosa pública y sobre la que los mortales viandantes legítimamente opinamos, quizá fluyan por sí solos al modo en que el tiempo fluye muy a pesar de que nos parezca bien o mal su tránsito. Todo hombre es un teólogo, lo dijo un teólogo, y todos llevamos una ministra Aído en el corazón, un periodista Vidal. Y no formamos parte, en modo alguno, del cásting de esta película. Aquí ponemos un graffiti, unas palabras para conducir la tarde del domingo sin relajaciones excesivas del amodorrado (hoy) cerebro.

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4 comentarios:

xxxx dijo...

No llamaría yo modorra a todo esto. A propósito, ¿de dónde sacas tiempo para escribir tantisimo? Saluidos

Olga Bernad dijo...

Es un buen grafitti. Algunos no se presentan al casting:no quieren, no pueden, saben que no los cogerán; van por libre y, aunque generalmente se pierden, dejan algún grafitti, una señal que otros leen. Tampoco espero mucho de esas señales pero las busco. Supongo que hay vida después de Aído y César Vidal, de la COPE o la SER.
Saludos.

Emilio Calvo de Mora dijo...

De donde puedo saco el tiempo; escribir nunca fue una carga, más bien al contrario: me libera, me da vigor, me da esa pequeña satisfacción de entenderme un poco a mí mismo. O de desentederme del todo, que tampoco está mal. El término medio es lo único triste.

Dejamos señales, Olga, miguitas de palabras: señales que nos señalan. Me gusta señalarme: los blogs dan esa libertad. ¿Vida después de Aído? Sí. En unos meses o cuando la echen o se canse de controversias no sabremos qué hizo, no sabremos nada. Del César Vidal ojalá tampoco.

Felipe dijo...

De lo que extraemos la verdadera naturaleza del bloguero, que es satisfacerse, onanismo puro, ¿verdad?. Escribir es un acto de exhibicionismo. ¿verdad? Yo creo que se puede vivir sin escribir y sin leer pero que el que escribe y el que lee, exhibiendose, está en el mundo y el mundo lo contempla. A lo mejor me estoy pasando en todos los aspectos... Y no es cuestión.

A ver si escribo otro dia más atinado porque no es un dia bueno del todo hoy.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.