25.5.09

When you're smiling...


I
Aquí tenemos el torcido capricho de quien al acercar el oído a una lata de 33 cl. de Coca-Cola cree escuchar al mismísimo John Fitzgerald Kennedy en una arenga de campaña. En estos tiempos de crisis conviene la extravagancia: el extravagante contribuye a desalojar el rigor, la tristeza, la tensión a media espalda, toda esa rutina de teletipos que vomitan penurias y te convierten en espectador de una tragedia. Y pensábamos que la vida era siempre otra cosa, K. Tú ves la cara de Louis Armstrong cada vez que oyes una trompeta: las ves nítidamente, la cara sudorosa y grande, forzando una sonrisa crítica, que parece querer salirse de la epidermis y contagiar el aire y hacerte a ti también sonreir. When you're smiling, the whole world smiles with you... Es la sonrisa que esconde el cansancio de la raza, los años en las plantaciones, el blues metalúrgico y primigenio: un sonido limpio de trompeta esconde todos los sonidos de trompeta del mundo. Eres un panteísta, un socarrón: todos somos Charlton Heston al conducir una cuádriga. Sospechas que hay un hilo invisible y sutilísimo de información que el género humano va delegando en quienes le preceden desde el hipotético Adán al Obama alephiano.
II
La memoria tiene cierto coraje poético: alivia el tedio, sofoca el hervor excesivo de tantos días iguales, hace verosímil la travesía de la noche y nos regala el azar, que es una pastillita para distraernos de lo verdaderamente esencial. La memoria es un veneno, K. Nos lo administramos sin entusiasmo, pero sin descanso: un veneno grato que nos aturde, un veneno infinito (en el fondo) que nos anestesia. Se trata de anestesiarnos. No es posible vivir sin una dosis de anestesia diaria. Así que sonríe, K., ponle una sonrisa al día y escribe en tu diario que hemos llegado hoy a algún tipo de felicidad. No lo dudemos eso nunca.

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2 comentarios:

Alex dijo...

Es curioso que cites a Charlton Heston y las décadas en plantaciones de los esclavos negros. Heston, demonizado por siempre por la demagogia oportunista y manipuladora de Michael Moore, fue el único actor que subió en un autobús sureño de la mano a Rosa Parks y se sentó en la parte reservada para negros. Fue de los pocos que marchó junto al doctor King sobre Washington. Eso todo el mundo lo ha olvidado porque oficialmente fue nazi.

Armstrong y su pañuelo blanco sujetado por la mano que aguantaba su trompeta. Y hoy, otra señal del azar, leía a Tennessee Williams asegurar que la memoria tiene sus propias leyes. Recordamos como queremos hubiese sido, no como fue.

Cuídeseme.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No conocía eso que escribes sobre Mr. Rifle. Oficialmente era eso, luego estará la historia que no está tan a la vista, como suele. Armstrong es un icono del siglo xx. Fue al servicio del Vaticano en una visita al Papa, imagino que obligaciones contractuales, y se fumó un porro (cuenta) en un water muy historiado. Conocerás la anécdota. Nunca he leído a Williams.

Cuídese too.

La gris línea recta

  Igual que hay únicamente paisajes de los que advertimos su belleza en una película o ciudades que nos hechizan cuando nos las cuentan otro...