30.3.08

Un puente en la China


Todo es parte del negocio. El dinero es es nexo de unión entre un campesino de la China profunda y un empresario de Manchester. El púlpito ha dejado paso al pálpito y ahora lo que conmociona nuestra sensibilidad no es la palabra del profeta. Ni tan siquiera las metáforas del poeta. Pienso más: hemos llegado al punto de no retorno en el que la certidumbre de la espiritualidad (religiosa o no) ha cedido a la certeza de las finanzas. El puente que ilustra la reflexión está recién inaugurado. Está en China, que es el país de moda. Lo va a ser en grado máximo. Se lo han propuesto y las Olimpiadas de Pekín pasarán por el cadáver de las revueltas tibetenas y sobre el recuerdo de las revueltas universitario de 1.989 en Tianamenn. Sarkozy ha dejado entrever (tímidamente) que Francia igual se lo piense, pero hay mucho en juego. EEUU no fue a las Olimpiadas de Moscú de 1.980 por la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, pero ahora hay motivos sustancialemente más sutiles. El mundo va hacia un Estado del Bienestar tan hipócritamente asumido que no es posible que un país díscolo, poco avenible a la dictadura de las modas burguesas occidentales, en el fondo, como China, pueda organizar el Evento Absoluto, la línea de la flotación de la sociedad globalizada que McLuhan vaticinó antes de que Google y la Wikipedia reformularan el concepto de información y de transmisión de contenidos. El contenido no son las Olimpiadas sino el anfitrión. Y la historia de las disidencia acabará con un apretón de manos en la MTV. No hay consenso en las democracias de Occidente para montar el boicot a Pekin: se entiende que el monstruo asiático debe estar apaciaguado y que contrariarlo podría tener consecuencias nefastas. No albergo, en mi ignorancia geopolítica, duda alguna. China es el futuro. Lo veo en mi pueblo. Montan locales a destajo, aprenden el idioma con asombrosa facilidad y se pasean por las calles con desparpajo localista. Nunca se sienten en el extranjero. Jamás se dejan amilanar por la contrariedad. Se adaptan al medio con impecable estilo. Las Olimpiadas de este verano son el escaparate. Si sale bien, ganamos todos. Lo que hay que pensar es si es posible exigir más al organizador y rogarle (mandan diplomacia y protocolo) que condene la represión ejercida en el Tibet o, como la Santa Iglesia Católica, entona el mea culpa y acepte los pecados del pasado. Todos tenemos muchos. La Historia se escribe a veces con letra infame, pero progresa siempre y se retuerce hasta que lame sus heridas y avanza.

2 comentarios:

el rayo verde dijo...

¿lo más cerca de los ideales o del pragmatismo?
como la abrupta realidad, los ideales son volubles y los optimistas soñadores.
saludos cordiales.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Rayo verde, lo más cerca de los ideales. Por lo menos que queda la idea del ideal. El pragmatismo es una condena. La abrupta realidad no invita a la metáfora, a considerar todo como un sujeto lúdico, abierto a la investigación y sobre todo a la disidencia. S0y un soñador, y optimista. China es la nación del futuro, y hay que cuidar las formas. Siempre se hizo.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.