21.9.07

El ultimátum de Bourne: Biografías borradas



Lo valioso de este blockbuster es que no engaña al espectador y plantea una intriga directa, refugiada en una serie de códigos que facilitan la comprensión de la serie completa. Bourne no es el héroe del western tradicional emboscado en una realidad que le supera: no es Shane ni William Munny, los vulnerables y sensibles pistoleros adultos que todavía guardan los recursos de matón que les hicieron temibles. El argumento de la trilogía conduce la historia al revés. Bourne no huye del pasado: lo que quiere es entenderlo. La trama es más compleja de lo habitual en estos casos, pero tampoco hace falta un curso acelerado de semiótica ni un armario lleno de Cahiers du Cinema en idioma nativo. Bourne, un correcto Matt Damon, es el James Bond de este siglo XXI, el héroe de acción que oo7 podría haber sido caso de que sus guionistas hubiesen cubierto las historias de una más cuidada factura. Aquí hay malos y hay buenos: la diferencia con respecto al cine de hechuras similares consiste en que éste se garantiza la fidelidad del espectador (al estilo de 24, la excepcional serie televisiva o incluso Collateral, el último gran thriller) gracias a una urdimbre finísima de causas y de azares, de piezas bien organizadas cuyo único propósito es dilatar el desenlace y entretener, y cómo, durante el trayecto propuesto.
La pormenorizada reconstrucción biográfica del asesino Bourne ofrece un itinerario goloso: el viaje casi por medio mundo para completar el puzzle. Nada nuevo, pero lo que fascina en esta entrega (y en menor medida en las dos anteriores) es la tozuda búsqueda de la verdad, el aliento
épico que insufla el argumento de connotaciones heroicas y nos amista con un personaje ambiguo, de pasado reprobable, pero sinceramente impelido a encontrar su nombre, su historia, las razones por las cuales mata y es buscado para que le maten.
Sin respiro, el tropel de escenas de acción cumple con creces la ración acostumbrada de imágenes vistosas, técnicamente perfectas a las que nos acostumbra el nuevo cine americano, necesitado de una clientela fiel que pague la entrada y compre, de camino, el aluvión ingente de merchandising al uso.
En estos tiempos de alertas terroristas y de alambicadas historias cibernéticas de virus y de troyanos imperiales (La jungla 4.0) conmueve la cercanía doméstica de la serie, su indisimulada vocación melodramática.
El ultimátum de Bourne es un film recomendable que ve lastrada su primacía en esos ránkings de mejores películas del año por estar inscrito en un género a menudo ninguneado, al que se recurre confiadamente para hacer taquilla y hacer sonar la caja. Yo he contribuído con gusto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece un comentario muy atinado, que comparto casi por entero. Damon creo que es un actor nefasto, no correcto, como usted dice. No vale porque no cambia registros en nade de lo que hace. Es lo mismo en El buen pastor que en esta historiad e espias modernos. No puede ser. No debe ser. Enhorabuena por su blog.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.