Hay lugares en donde uno no ha estado jamás y de los que,
sin embargo, nunca ha salido; personas que no conoce y sin las que no podría
vivir. Incluso libros que no ha leído, pero a los que confía la restitución de
la más alta de las satisfacciones. Uno vive conforme a muy pocas cosas y muchas
de esas cosas, vistas en detalle, podrían suprimirse sin que nada relevante
acabara perdiéndose. Solo es nuestro lo que perdimos. Siempre
queremos saber cómo continúa la historia. No nos satisface la trama servida.
Todo es provisional. Nada es duradero. Esa es la paradoja. Ese el oleaje que nos arrima a la orilla.
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