El árbol ya no era el árbol bajo el que se besaron hacía cincuenta años esa misma noche, pero permanecía erguido y había un corazón raspado en el tronco en el que no estaban sus iniciales.
Andaba enredado en una página seria, qué sabrá uno, en la que se contaba amenamente que unos científicos han descubierto que el tiempo pue...
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