7.10.22

280/365 Ted Hughes

 



Un día de presagios y prodigios. 

El lenguaje de los pájaros imita el ruido de un corazón. 

La luz intimida un nido en el que se escucha una oración de ramitas de fresno y lluvia sin acabar de entenderse. 

Una premonición cancela otra. 

Un poeta declara su nombradía de animal sobrecogido por un milagro. 

Se extravía la música de la mañana en una tempestad de palabras que estrellan su vacía melodía en un ala o en un giro imprevisto del propio vuelo, que es una cascada invisible de gozo y de pétalos de Dios, pero persigo ideales absurdos y la mañana está ocupada por una tristeza que conozco.  

Mi mujer se ha ido con un ángel. Ha dicho basta y ha sido coherente. Me he quedado solo. Tal vez siempre estuve solo. Los pulmones son de la muerte. La luz es de la muerte. Ella lo fija todo. 

Soy un pájaro que ha renunciado a festejar el vuelo. “y el poema no deja de ser un animal, una forma de vida ajena".


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