Confieso que soy un fan de La Masa. Hulk es una acuñación semántica moderna que me duele en el alma adolescente que todavía debe andar por ahi adentro y que me hace volar a cada estreno que la factoría Marvel vomita de verano en verano a beneficio de caja y adoctrinamiento de las generaciones venideras. Mi hijo cayó hace unos años y tiene un punto de hermosura familiar vernos a los dos con los ojos abiertos de par en par a la espera de que las luces abdiquen en su tozuda impertinencia y la oscuridad deje pasar la luz prodigiosa del proyector. Luego las letras de MARVEL van cayendo como páginas de un cómic y he aquí la aventura. Hasta ahí el romanticismo. Luego viene la realidad y su crónica desamparada de mitos y su hastío infranqueable. A eso voy, si me permiten.
Si el acercamiento a la historia de La Masa por parte de Ang Lee pecaba de intelectual, por redondear con una palabra que se ajuste a su vocación, que no a sus resultados finales, la versión del francés Louis Leterrier peca de standard y sucumbe al libreto clásico de cintas manufacturadas con casi el único propósito de rellenar metraje con acción devastadora, la misma que luego ocupa plataformas de juego y engolosine al personal adicto a las maquinitas. Nada que objetar: todo forma parte del mismo gran negocio. Si Ang Lee era instrospección salpimentada con algunas dosis de dinamismo infográfico, ésta incurre en las virtudes contrarias, y desestima (por poco comercial) el lado sesudo del asunto para abrazar (desprejuicidamente) la acción tremebunda, que termina por apabullar y empalaga al extremo de que terminemos con hartazgo de efectos especiales y pedimos la hora. Yo, al menos, pedí en secreto, por lo bajito, la hora y los dioses favorables, los que oyen cuando uno pide con fe, y eso que soy descreído por naturaleza, te hacen caso y ves como maná digital the end en la pantalla.
La cinta de Ang Lee, al menos, matrimoniaba con acierto lirismo y adrenalina. Aquí ninguna de las dos brilla. Ni siquiera la abundancia de escenas de pura acción satisfacen al espectador exigente. No veo yo el despliegue técnico de otras cintas de idéntico pelaje. Se me hace muy difícil de asimilar Hulk de día, en un parque, dando caña a los soldados. El sol le perjudica. Ahí pensé que estaba viendo un videojuego en forma de largometraje. Eso me robó toda posibilidad de indulgencia. No la tengo.
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