10.2.25

Dietario 30 / Desocuparse

 En desocuparse tarda uno más que en dar en lo que aplicarse y extenderse. No hacer nada es difícil. Hay quien ha logrado altas cotas de eficiencia en esa disciplina, pero se advierten descuidos, gestos que hacen pensar en que esa circunstancia insólita está a poco de desvanecerse y regresar la actividad, al ejercicio, a la comisión de algo que requiera una voluntad o una obligación. Los más fajados se ven a veces inquietados por la inminencia de algo inevitable, que pugna y se enseñorea. Mi abuela decía que yo no paraba quieto. Decía te comen los nervios. Ella era contenida, determinada a no acometer ninguna empresa, por pequeña que fuese, que malograra aquella virtud suya, la de estar consigo misma, la de la hospitalidad privada, supongo, la de no importunarse por casi nada, la de la mansedumbre. Ignoro qué bullía en su cabeza. Igual era un hervidero de moscas zumbando a su secreto modo. Ninguna de esas hipotéticas moscas alteraban su rostro granítico, esa disposición corporal en la que no faltaba  ni sobraba nada. Las veces en que he probado a manejarme en no pensar o en entretenerme con la pura nada he fracasado estrepitosamente. Acuden caballos, veo amaneceres, caigo en la cuenta de que no hay leche o mermelada de ciruelas en casa, me da por recordar a un amigo al que presté un disco de Weather Report, escucho la voz de mi madre diciéndome por la ventana sube, ya es hora, te dije que a las siete arriba, planeo el viaje que haremos en julio, pienso en una novela que me está dando bocados y pide que la transcriba y, sin embargo, presiento el atisbo (tenue, no crean) de cierto arrullo de lo hueco, esa bonanza de la absoluta inacción. Cuando logro o creo estar a punto de lograr mi propósito, sanciono el motivo que lo animó y me da por escribir o por poner en orden la casa o me vence con su titánico empeño el sueño. La cosa es no estar contento con nada y ni siquiera, ya arropados por la nada, considerar que se está bien y no se echa en falta la tralla, la jarana, la danza loca de la cabeza cuando se ve sola y no se gusta. Tal vez se precise saber estar solo y no siempre se sabe. 

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