29.12.24

Un biombo

 



El término standard, aplicado al jazz, manifiesta la excelencia melódica. Luego se trata únicamente de que los ejecutantes de esos prodigios se sientan a gusto en el escenario o en el estudio y toquen con absoluto desparpajo, sensibilidad infinita y un extraordinario sentido de la anticipación o de la sincronía o de la improvisación matizada, como decía Joe Pass en una entrevista que leí hace poco en una revista del ramo. Standard es Summertime o Body and soul o Nature boy, por nombrar algunas de las piezas de jazz que más me gustaron siempre. En este excepcional disco hay tres hombres asombrosamente ensamblados, genios en lo suyo que dispusieron renunciar a cualquier muestra de lucimiento personal para que lo que relumbre sea el conjunto. Y cómo lo hace. Kenny Drew, al piano, Niels-Henning Orsted Pedersen al bajo y Ed Thigpen con los platillos tocando algunas de las canciones más memorable del impecable recetario de pastillistas musicales del patrimonio jazzístico. But Not For Me, My Romance, Stella By Starlight, Autumn Leaves, Nature Boy, Like Someone In Love, You Don’t Know What Love Is, Begin The Beguine y Here’s That Rainy Day tocadas en Tokyo, en vivo, en dos pletóricas noches de 1.983. Made in Japan, my friends, pero no hay humo en el agua...Y estoy disfrutando estos días como hace mucho que no disfruto con ningún disco. Prueben. El que busca en el jazz complicidades, querencias, ese exquisito matrimonio entre la belleza y el conocimiento de la esencia del arte tiene en este puñado de standards un refugio. El jazz, decía Cortázar en El perseguidor, es un biombo tras el que puede uno esconderse. Creo que era algo así. En lo que a mí respecta, he echado una tarde sublime con mi biombo. 

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