12.4.21

Tras leer a Jaime Gil de Biedma

 Poema escrito tras leer Noche triste de octubre

-Jaime Gil de Biedma-
Una deliberación
Uno se pregunta por el hombre y no encuentra una respuesta.
Lo imagina en sus refugios, cubriéndose
el cuerpo con las ropas del frío,
tapándose el alma con las del amor.
Piensa en los consejos de ministros,
dirimiendo la altura verdadera del hombre,
tomando las medidas para que no sea
ni demasiado alto ni bajo en exceso,
registrando en leyes todo el tamaño
formidable de su dignidad,
estudiando cómo conseguir que no se muera
de miedo cada vez que abre la prensa
y lea los avances del mal por el campo de batalla,
toda la miseria sin significado ocupando las aceras,
extendiendo su marca gris de pesar y llanto.
Y puede ser que ese dolor profundísimo
con el que principia a veces el día
vaya cediendo a poco que no pensamos en él
y nos vayamos entregando a nuestras labores,
pero cuando llega la noche y el hombre se concentra en sus dolores
y mira el techo de la cama en donde duerme,
el mal regresa como un cáncer rencoroso, ennegrece los muros,
se filtra en los talleres mal iluminados
(lo dice el poeta y lo dice muy claro)
y no hay consejo de ministros que pueda zafarse del mal
y de toda la desgracia que deja a su paso.
Ni el hombre reunido consigo mismo, hablándose en privado,
en total confianza en sus posibilidades,
puede evitar que el frío le devaste un costado
y el hambre de justicia le socave el alma.

De botones y brocas

  Me agrada hurgar en las palabras, darles vuelo, apretujarlas, descomponerlas, abrazarlas, intimar con ellas y luego intimar otra vez hasta...