1
Mirar atrás y convenir que nunca alentamos otros prodigios sino los más sencillos. En estas libaciones frívolas de la razón, en este herida pura, encontrar el silencio dulce como labio, como galope; dejar que escarbe y fecunde todo este júbilo y asistir con medido entusiasmo a la épica de las tardes mientras nos asedian todos los venenos del mundo.
2
Tienta el azar duras comisiones de sangre; descienden muy secretas al centro de la palabra y rescatan la semilla, el fugaz numen de todas las cosas.
3
Escribir es rellenar los huecos que otorga el silencio.
4
La luz fluye desde la respiración primera. Leve pulso, signo animal, único testigo fiable del tiempo.
5
Yo tensaba el plectro del alma. Tú observabas el declinar torpe de la tarde demorarse en las cuerdas como si fuese un pájaro.
6
Y todo - el café, la música en el cenador, las palabras con sus gestos - para jadear la noche en tus caderas.
7
Descender nuevamente a la raíz, longitud cartesiana del misterio.
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