18.1.20

Dibucedario de Ramón Besonías 2020 / 14 / Nina Simone



No sé cuándo a Nina Simone le importó más su activismo político que su carrera artística, concentrada las más de las veces en difundir su mensaje. Vi en cierta ocasión un concierto de Nina Simone en blanco y negro en el que parecía estar a punto de echarse a llorar canción a canción y recuerdo un público respetuoso hasta extremos dramáticos, confiado en que la dama del blues (también del jazz, del soul y del rhythm and blues) no decayera, prosiguiese su relato lento de las penurias de su raza. Los quiero noqueados cuando salgan de la sala, llegó a decir. Parecía entonar un rezo cuando cantaba. Era una sacerdotisa, una mujer  por la que se expresaba Dios. Hay canciones suyas que parecen salmos. Será el góspel, que es en esencia la voz de la divinidad, su arrullo espiritual en quienes lo escuchan. Dios está en las barricadas, en el frente de derechos civiles, en su cabeza agitada por cien protestas. Sufrió un trastorno maníaco-depresivo y se le diagnosticó bipolaridad al final de su vida, en su retiro en un balneario al sur de Francia. Vivía de las rentas de una canción enorme que una marca de perfume reflotó para publicitarla (My baby just cares for me ).Hay que pagar las facturas, dijo en una entrevista.

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Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.