16.1.20

Dibucedario de Ramón Besonías 2020 / 12 / Federico García Lorca

No hay poeta que no sienta alguna fascinación por Lorca. Entra en lo posible que sea una de esas adhesiones estéticas eventuales de las que uno se zafa cuando irrumpen otras, una especie de deslumbramiento poético juvenil en el que el lenguaje nos engolosina de un modo absolutamente maravilloso. Lorca es el milagro de las palabras. De él decía Borges que era un andaluz (o un gitano) profesional. No entendía (allá él) que el poeta granadino desplegara una imaginería verbal tan exuberante, exenta (a decir suyo) de ninguna hondura, fraguada únicamente para ser cantada o recitada. Cuenta Borges que habló en cierta ocasión con Lorca en Buenos Aires y le pareció que estaba representando un papel y, en vista a esa irritable actuación, canceló toda posibilidad de empatía artística y lo desautorizó. El prodigioso argumentario metafórico de Lorca no siempre es entendido. Tiene en su contra una (en apariencia) sencillez estilística que no es del gusto de autores de menor calado popular. El problema de Lorca (su mérito, a decir mío) es su apego al pueblo, lo cual no siempre coincide con el gusto de la aristocracia literaria, todos esos autores que declinan la belleza de lo sencillo (no hace falta un alambique para hacer poesía) 

Ahí está el Lorca dibujante. Líneas sencillas. Como si las trazara un niño. Es verdad que sus ilustraciones maridan con el contenido, con la forma y con la emoción de sus poemas. Es que Lorca, a pesar de Borges, era un profesional de sí mismo y no dejaba que nada suyo (por raso, por elemental, por infantil que fuese) quedara adentro, no aflorara. La estética surrealista lo ocupa casi todo. Es el triunfo del desatino. Hay una voluntad firme de distorsionar la realidad. Ridiculiza las manos, hace majestuoso el torso, empequeñece la cabeza (privándola de pupilas), robustece hasta extremos grotescos los brazos. Hay un sentido trágico de las cosas, una tristeza que excede la consideración pueril obsequiada a primera vista. También en sus poemas viene a suceder eso. Lo que no entraña un dramatismo acaba abocando en él, a veces dramáticamente, si se me permite la repetición. Lorca es un hombre atormentado (la política, la identidad, el amor) y el sesgo creativo de su obra es tormento. "Sólo el misterio nos hace vivir". Eso escribió a pie de dibujo. Misterio y símbolo. Dalí de fondo, si quiere buscar una influencia. 

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