18.7.07

Paseo marítimo


A la caída de la tarde advertir un rumor de caracolas y aceite de coco y el mar de atrezzo como si el tiempo hubiese detenido su vértigo infame en la coreografía de espuma que las olas trenzan en la arena pisada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

a la tumbona me apunto de cabeza...
lo que no sé es dónde es...
me da lo mismo...
voy ya, del tirón, de cabeza, me hace falta, me hierve el asfalto, me duele el cielo de la ciudad, me cansa todo ya una barbaridad....

Anónimo dijo...

Envidia: no hay otra palabra. A pasarlo bien. ¿ Hay wifi en las tumbonas ? Un saludo, amigo

Anónimo dijo...

Qué extraña sensación se debe sentir frente a una playa vacía, cuando la luz se va. Hace años que no veo el mar, y eso que el pasado verano estuve en Vetusta, tan cerca del Cantabrico.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Date una fuga y ve al mar. Se queman toxinas. Se ensancha el pecho. Se adquieren bríos nuevos. Se nota uno pequeño y eso siempre es bueno. Da igual cuál. No hace falta que tenga tumbonas y birras a pie de sombrilla. Ni siquiera un buen libro o el periódico. El mar, solo. El oleaje y el sonido de la espuma abandonando algas y peces muertos en la orilla. Dese eso, Alex, déselo si buenamente puede.
Luego me cuenta.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Date una fuga y ve al mar. Se queman toxinas. Se ensancha el pecho. Se adquieren bríos nuevos. Se nota uno pequeño y eso siempre es bueno. Da igual cuál. No hace falta que tenga tumbonas y birras a pie de sombrilla. Ni siquiera un buen libro o el periódico. El mar, solo. El oleaje y el sonido de la espuma abandonando algas y peces muertos en la orilla. Dese eso, Alex, déselo si buenamente puede.
Luego me cuenta.

La gris línea recta

  Igual que hay únicamente paisajes de los que advertimos su belleza en una película o ciudades que nos hechizan cuando nos las cuentan otro...