13.7.07

LFC







"De qué sirve el reloj
si en el brazo del hombre
ya no hay
pulso."



Parece mentira que el autor de esta máxima horaciana sea el cromo de la derecha.


Atiende al nombre de Luis Felipe Comendador y tiene un diario iconográfico en la red que es adictivo. Viene a ser una especie de cuaderno de campo abastecido de unas imágenes que van de la imaginería barroco al arte pop sin olvidar los anuncios de colonia cara y los desfiles de barbies en plantas siderúrgicas a las afuera de Varsovia. A Sinatra reconvertido en metapoema fálico o a una familia bolchevique ensimismada con el fogonazo de la historia. La artesanía de photoshop trae de regalo una literatura menudita, hecha de briznas de pensamiento, alimentada por fortuitos destellos de ingenio o por hachazos sincopados de mala leche (¿Por qué las iglesias se hacen con cúpulas y bóvedas y no con cielo raso?) o (El infierno es ser consciente de que cuando hablas nadie te escucha).


Como un Zelig vocacional y naïf, está en todas partes. Como el Aleph del sótano bonaerense en el relato de Borges. Como el simpático Forrest Gump.

Supongo acertadamente que este hombre tiene vida fuera de sus actividades cibernéticas, pero es posible imaginar que existan varios ejemplares y cada uno tenga asignada una función. A lo visto, hay una que escribe. Otro edita lo que escriben otros. Otro ejerce de diletante artístico. No es pieza fantástica atribuirle el sacrosanto don de la ubicuidad, aunque esa virtud de los signados por la iluminación divina no ha sido fruto de sus cogitaciones religiosas. Se le ve pagano y ufano de su condición.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena recomendación.
Este comendador vale una visita y cien.
Mucha letra y mucha foto.
Añadido a favoritos como dios manda.

Luis Felipe Comendador dijo...

Eres la hostia, Emilio Calvo de Mora.
Soy uno... y trino bastante bien.

Mil gracias por el retrato.

Abraxos

Emilio Calvo de Mora dijo...

Más quisiera yo ser eso que dices...
Hacía tiempo que quería escribir algo sobre lo que escribes. Vi tu página hace tiempo, cuando visitaste Lucena, mi pueblo de adopción, en la presentación de un libro de poesía en la que coincidimos. Tú, protocolariamente entarimado y yo de espectador goloso de palabrería, que es lo suyo en casos tales. Un abrazo. Abraxos repetidos.

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