15.1.24

El don de la mirada


 Qué les traerá a Vermeer, qué les traerá a verme, dirá la modelo. Quienes concurren en la algarabía ignoran la conversación, no entrarán en la convocatoria de la perplejidad, en el discurso del arte. El que encontró la mirada de la joven de la perla y se envalentonó para registrarla tiene el don de la mirada también. Es un espejo el arte: un juego o un milagro, un destello que salva un momento en el tiempo y lo entrega a la eternidad. La muchacha del turbante ha reparado en el fotógrafo como un día reparó en el pintor. Los dos son irrelevantes, los olvidarán, pero yo continúo, permanezco, venzo al tiempo, lo muevo a mi antojadizo capricho, hago de él mi juguete favorito. No tengo otro. Eso dirá la niña, aunque nadie la escuche y únicamente exista la mirada, la solicitud de otra que la imponga a la realidad para que converse con ella. 

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