Original en extremo, austera, concisa, apelando a lo fantástico pero sin renunciar a la mundana crónica de lo terreno, Los cronocrímenes es un osadía en el cine español que, salvo excepciones, suele confiar en la inteligencia del espectador o en su falta absoluta de ella. Aquí triunfan tozudos ejercicios de malabarismos dramáticos con prosa espesa y vocación de tedio o de espasmo neuronal al tiempo que las taquillas y los videoclubs se abisman de naderías casposas que imitan (mal) las naderías de afuera. En mitad de este barullo inconcreto el genio patrio engendra obras de fuste, películas capaces de tumbar (en vigor, en belleza, en técnica) lo que admiramos extramuros. Salidos de Almodóvar o de Amenábar o de Díaz Yanes, que hacen caja y generan una genuina expectación en crítica y en espectadores, el cine español no se caracteriza por el atrevimiento inteligente.
Los cronocrímenes abre, no obstante, caminos que no existían. Alfombra una senda que oajlá otros ilustren con películas tan complejas y, sin embargo, tan exquisitamente sencillas como ésta. No es una obra maestra, pero los mimbres de los que parte (su inefable adscripción a la serie B y su impecable registro de serie A) son voluntariamente modestos. Vigalondo, su empeño en conducir un primer largo diferente, busca complicidades más que adherencias. De hecho, la travesía del film, desde el trabajado blog a su formidable campaña de márketing, ha reclutado un público entusiasta, frikis y no-frikis, gente exigente y cinéfilos casuales, que han disfrutado con las aventuras de la momia rosa, las líneas temporales y los giros argumentales de Los cronocrímenes como en los lectores de literatura fantástica han disfrutado de Philip K. Dick, Welles, Matheson o el mismísmo Asimov.
Desprovista de imprudentes golpes de efecto, se autocomplace en negar cientifismos, argumentos que expliquen lo que no se precisa, y se confía a la eficacia del guión, que no chirría, y eso en estas materias de conjeturas temporales, iteraciones y paradojas cuánticas es de agradecer. Lo que a Vigalondo le interesa es que el puzzle narrativo no pierda ninguna ficha en el trayecto que va de la escena primera a la última, que son (curiosamente) casi idénticas y ahí consigue méritos para esperar de su ingenio obras de más calado en el futuro. Sale uno del cine (en este caso de mi butacón con orejas en el salón familiar vía DVD) con la sensación de que le falta contundencia, pero por otra parte no sabríamos si ese plus de espectáculo puramente visual hubiese lastrado su modestia perfecta, su impecable sentido pop.
8 comentarios:
A mí, querido colega cinéfilo, no me entusiasma esta obra subida a los altares por cierto sector (mayoritariamente, como apuntas, friki). Los diálogos flojean y los actores dejan todo por desear. Es un puzzle bien ensamblado pero le falta garra en la escritura para ser grande. Un experimento simpático, poco más. Que ya es mucho para este país de girasoles ciegos, rosas republicanas y demás dosis de cartón.
Un saludo!
Atención, atención, se han avistado removimientos de tierra junto a la tumba de Heinlein. Se cree que el cadáver anda revuelto a cuenta de un sablazo o dos de vigalounge...
No me parece la obra maestra que algunos dicen. El guión, no obstante, me gusta mucho. Es un puzzle bien ensamblado, como dices, Tomás. Muy bien ensamblado. Espero que este hombre tire hacia cielos más altos. Éste no es desechable.
Qué de años que no recordaba al creador del longevo Long. A lo mejor el sablazo vigalong es una señal para que busque en la biblioteca (¿estará?)números y bestias y todo eso. A propósito he comprado un tomito singular de Cronoviajes con relatos variados. Lo edita Byblos.
Cuánto me alegro de que haya hablado de esta película, que gana cuantas más veces la vea uno.
En cuanto a lo que dice Mycroft, todos copian y rehacen, lo absolutamente original no se entendería.
No sé si la veré otra vez en breve, pero sí es verdad que la ve con cierto ánimo detectivesco y gusta el embrollo paradójico...
Lo que dice Mycroft, as usual, es atinado, por supuesto, aunque no podemos ir por ahí de puros sin exhibir lo contaminados que estamos de referencia, de cultura pura.
Hombre, claro que es atinado. Es que yo me he arrogado el papel defensor.
Si un fan del remix, del tomar pretado, de la sintesis, es lo que soy.
Pero cuando no encandila, el nuevo producto, indefectiblemente, recuerda al viejo.
Cine español que quiere parecerse al cine extranjero, americano, o estoy equivocado, no sé... A mi que me pareció un rollo y sali del cine mosca sin saber que pensar... Total pérdida de tiempo, y de dinero, claro.
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