17.1.09

Borges (once again)


A veces suceden cosas que uno no acaba de entender, asuntos que no comulgan con la normal ortodoxia de las cosas. Ayer tarde encontré a Manuel Trujillo en donde suelo encontrarlo. Buscando alguna configura. Registrando las estanterías a la caza de una salsa sublime. Paseando el ojo por el expositor donde las carnes de buey ofrecen su más sórdida evidencia de caducidad. Cuando uno encuentra a un amigo en un supermercado rara vez sale del comentario ya calculado sobre el stress de la vida moderna, la avanzadilla de nubes sospechosas que se ciernen sobre el pueblo o la orfandad del bolsillo en estos tiempos de crisis, pero ayer tarde (insisto) se produjo el prodigio de la belleza y de la inteligencia también porque sin recordar ahora cómo fue (ni tal vez haga falta investigar en exceso) Manuel y yo nos enfrascamos en una amena traída de argumentos borgianos y restaurantes pakistaníes del paseo marítimo de Fuengirola frente al puesto de pescado, entre cigalas arroceras, cuerpos, bocas y gambas de Huelva intentamos (parcialmente en vano) recordar el poema del ajedrez, al que sólo pudimos meter mano en los últimos versos. Después, unos pasillos más abajo, cerca de los riojas y de los whiskies de malta, recordamos a Funés el memorioso y el tema del traidor y el héroe, el jardín de los senderos que se bifurcan y la casa de Asterión. Nos intercambiamos direcciones de correo electrónico y prometimos un café con otro atrezzo en el que poder explayarnos a gusto con ese vicio recién compartido. Ojalá sea pronto y el rato sea tan grato como lo fue ayer tarde. Los supermecados son laberintos, al fin y al cabo. Lugares donde es fácil perderse.
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AJEDREZ
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
-
Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
-
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
-
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
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II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
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No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
-
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
-
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
.
(Va por usted)
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, no... Borges otra vez. Y las que quedan, seguro. El Borges poeta me llega, lo sabes. Y su ajedrez mágico no es una excepción.

Anónimo dijo...

como se te ocurre poner "seguidores" hasta abajo, es una super groseria.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Increíble, arreglado el descuido.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Álex, that's life.

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