21.1.09

God bless Obama



El día trajo ayer grandes fastos y nos acostamos con un nuevo rey. Hoy nos levantamos con las mismas pandemias y la crisis machaca como solía a quienes había tomado afición en machacar. Los demás, los libres de problemas, ven al recién llegado como un síntoma de los nuevos tiempos, una especie de mesías multifunción cuyo valor puede medirse por la preocupación que causa en quienes no albergan deseo alguno de que su panfletaria oratoria prospere. Obama, el líder del mundo civilizado, arenga como puede y se deja acompañar por prosistas sensibles, que escuchan la plegaria de todos los parias del mundo y así manuscriben el texto de la redención. A Obama le hemos asignado funciones que probablemente no le permitan ejercer.

Estas investiduras americanas se festejan con absoluto desparpajo mediático y hasta resuenan los días alegres de Tara cuando las jovencitas hacían cabriolas con sus trajes ampulosos y los caballeros sudistas exhibían cabalgadura y vara de mano entre caballos, orquestinas y algún negro ocasional útil para recoger los restos de toda esa pompa colorista. Y aunque la nueva administración ya haya dado algún indicio de seriedad electoral al dar el primer paso para cerrar Guantánamo, lo que se vio ayer fue un circo delirante, nada ajeno al glamour del Hollywood más emperifollado, galerista y musical. No faltó Springsteen ni Aretha Franklin ni Bono y la plebe se arracimaba por millones a las puertas de palacio para no perderse ni un solo detalle. Las palabras del presidente número 44 de los Estados Unidos de América no defraudaron y encendieron al escaso número de contribuyentes al acto que no estaban encendidos.

Todas las incógnitas políticas las disimulan el baile de gala, el esplendor de la ceremonia y toda la tralla de efectos de luz confiados a profesionales de muy alto rango, puestos al servicio de la distracción total, conjurados a ofrecer un espectáculo de masas capaz de emocionar al mismísimo Cecil B. DeMille. En esto, en el show business puro y duro, los americanos son los mejores. No hay nada en márketing que no conozcan (Mad men, please, no se la pierdan) y cuidan hasta el desmayo cualquier brizna de descuido para que la ceremonia sea robusta y no deje lugar a dudas sobre el carácter telúrico, popular y festivo de lo que se celebra. En eso el pueblo americano es siempre un pueblo admirable, uno del tipo que arrincona disidencias, banderas y criterios cuando toca sacar pecho por un país honrando a quien las urnas ha elegido como guía durante, al menos, cuatro años.

El generoso, a decir de Obama, servicio que Bush hijo dio a la nación americana no dio fruto remarcable y al modo en que un educador debe borrar procedimientos y contenidos mal enseñados para integrar los que considera óptimos y bien razonados, el nuevo presidente de los Estados Unidos de América debe, en primer lugar, borrar cierta imagen tenebrista, fanfarrona, investida de misticismo y completamente al margen de todas las reglamentaciones jurídicas internacionales que, en algún modo, interfieran el imperialismo militante.

Miremos donde miremos hay trabajo que hacer: he aquí la frase extraíble, aplicable en Iowa y en mi pueblo, pero es un trabajo silencioso, que debe ser laboriosamente incentivado desde las instituciones del Estado y razonado en base a criterios en donde primen los beneficios, la seriedad, el crecimiento manso y no, como hasta ahora, el lucro salvaje, el activismo delincuente de unos y (como suele pasar siempre) el dolor y el sufrimiento de otros. Al final el bueno de Obama agradece a Dios y le pide que bendiga América. En esas debió el Altìsimo plantearse qué camaradería antigua le une con el noble pueblo americano para que tanto le instiguen y soliciten tutela, cobijo, amor y otros plácemes interesados.

Lo que no acoge matiz alguno es el delirio tramoyístico, ese desenfreno en lo visual que arrastra masas y convoca audiencias millonarias en la televisión. Y asombra, en este rincón del mundo, al menos, que sea un político el que aliente estos excesos que no son ni buenos ni malos, pero que evidencian pristinamente el carácter de un pueblo, su idiosincracia... Y vuelvo a Tara, a los bailes aristocráticos, al énfasis orquestal y la divina gracia del talento movido a 24 fotogramas por segundo.
¿Será todo cine y creíamos que iba en serio?

7 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Tanta expectativa debe pesar como una losa sobre quien la genera. El mundo de la política es una selva espesa y sombría y las alimañas van todas las mañanas y, algunas, las noches, de caza. Hará lo que le dejen hacer, aunque cualquier cosa que haga, por pequeña que sea, espero que sea mejor que la más grande que hizo su antecesor, al cual no quiero ni nombrar.
Como siempre y porque somos más ingenuos y pacientes que el santo Job, le daremos un margen de confianza... ¡Qué remedio!
Besazos.

Emilio Calvo de Mora dijo...

A ver si le viene bien el traje o, caso de que le venga grande, nos jode vivos. Es lo que tenemos.

Anónimo dijo...

Olé.

Es tan absurdo y tan ridículo todo y lo señala casi nadie...

¡El emperador es negro! ¡El emperador es negro!

Ya coño, pero es el emperador, está clarísimo, no?

En la primera dinastía, en el País de Sumer, en Mesopotamia en el 4º milenio, ya se escudaban en dios, el que protegía al rey.

Seis milenios después, ídem de ídem.

Increíble

(Muy bueno lo suyo)

ARM

Emilio Calvo de Mora dijo...

Muy bien visto, y contado. Al César...
En todo caso, el Emperador, con su traje nuevo, va a pasearse por los jardínes de palacio. El mundo, nada menos. Veamos cómo lo hace.

Emilio José Pazos Brenlla dijo...

Bueno, mucha pompa pero me da a mí que es una convergencia de astros que no va a durar mucho. Venderse como el adalid de la libertad, defensor de los débiles y símblo de cambio requiere respaldar las palabras proferidas. En cuanto cometa el menor desliz, los de la diestra intentarán defenestrarlo a los campos de algodón como en la época de Tara.
Nadie es perfecto, por eso no podemos vender perfección ni fuegos de artificio que seguramente se puedan ir al traste con el primer escollo. De todas formas soy de los que piensa que he nacido calvo, sin dientes y desnudo. Si partimos de esa premisa, todo es ganancia. El futuro es ingnoto y Obama, de momento a falta de otro lider mejor, se merece mi voto de confianza.

Anónimo dijo...

Todo el mundo desde Córdoba hasta Calcuta, desde Reijkiavick hasta Lima lo está adorando como (bien dices) un mesías chocolateado. Pues no lo es, por mucho que nos empeñemos. útil será cualquier mínimo movimiento de su agenda, pero el abismo en el que ha caido el mundo a golpes de ambición de uns pocos será difícil de escalar...

Nos toca pagar el pato de los excesos, currar mucho (aunque me temo que seremos los pringados de siempre) para levantar el entuerto, y eso no se hace en un año. Me alegro de no tener hipoteca (es un ejemplo).

Es desmesurada la fanfarria yanqui, pero también es envidiable la pasión electoralista que aquí, en este muñón llamado España, ni se huele. Claro que con los líderes de raza que tenemos...a un ex hasta le dan honoris causa...eso sí que es crisis...

Anónimo dijo...

También, Emilio, se merece mi respeto. Hasta que se resbale. O le hagan resbalar. Y eso es muy fácil.

El muñón español: pericia semántica. Obama sabe los resortes del votante, los recursos que tienen que poner en marcha para ganarse su favor. Ahora toca dar lo que dijo que iba a dar. Estamos de espectadores. Es una película. Tenemos primera fila. Para bien. Para mal.

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