17.1.09

El fuego


Hay un riesgo extremo en respaldar a los judíos o en respaldar a los árabes: se puede entrar en la espiral de justificar la barbarie de ambos. Una vez que uno se acostumbra a encontrar argumentos para razonar que un obús descabece a un niño o que un mártir con la panza alicatada de petardos reviente un mercado lleno de turistas entonces se despeña el sentido común y ya no hay quien pare la verborrea bélica, ese manejo sobresaliente de los informes de prensa que permite manifestarnos a cara descubierta en las calles de nuestro barrio, que está a tomar puñetas de Gaza, para cuestionar a unos y reivindicar a otros.

Cuando el conflicto de Oriente Medio deje de ser materia noticiable (esperemos que más pronto que tarde por el bien de todos) el ciudadano hecho a emitir juicios se arrima con asombroso desparpajo al primer asunto que la portada de El País o del ABC o de La Razón (da igual la filiación ética, el contrapunto moral) le pone a mano. Son gente de volunto raudo y freno presto. Están deliberadamente huérfanos de criterio propio, pero no dejan de prestar oído a lo que otros dicen para repetirlo como clones huecos y hacerse escuchar en las barras de los bares. Tan pronto censuran el aborto, la eutanasia o la expedición masiva de condones en Secundaria como se declaran ateos, anárquicos y firmes defensores de la pluralidad y del relativismo que el Papa Santo de la Santa Roma marca como cruzada fundamental de nuestro tiempo.

A lo que no están dispuestos es a perder esa cuota de afecto doméstico que consiste en que alguien les mire con atención, oiga lo que dicen y luego vaya por ahí moviendo el rumor de que son gente informada, preparada para la vida moderna y sólidamente investida con los mejores recursos de la lengua, aunque en el fondo no tengan convicción alguna en sus argumentos y se vea a distancia que marrullean y arañan la confianza que les prestamos cuando, ufanos e inocentes, nos damos al juego civilizado y antiguo de compartir con ellos lo que pensamos.

El ser humano es un animal fonético. Luego unos somos más fonéticos que otros, claro. El animal fonético se caracteriza por atropellar con su labia incontenida al animal acústico. Mi amigo K. posee la habilidad de hacer que los demás se suelten de lengua y lo entretengan. Le basta un qué tal, cómo ves lo de los palestinos, pronunciado con aplomo para que el interlocutor saque del cajón de las máximas incontrovertibles un puñado de titulares, un racimo de obleas mentales de tamaño diverso y contenido hueco. Yo admiro esa facultad. La ejerce Jesús Quintero, el Loco de la Colina, el Perro Verde, ese periodista de raza, dotado como pocos para encabronar al entrevistado sin que en ningún momento de la entrevista se advierta un aviso de esfuerzo en su dicción, un pequeño remate de mala leche en sus palabras. Esa asepsia es la que hoy no he visto por ningún lado cuando en la televisión o en la radio o en la calle he oído a gente muy lista contando verdades muy profundas sobre los palestinos y sobre los israelíes, sobre los cristianos y sobre los ateos, sobre los partidarios de Ramón Calderón y sobre los que no lo soportan, sobre los seguidores del hip hop metalúrgico y los que se mecen en céfiros de luz oyendo música de cámara del siglo XVII.

Yo hace ya algún tiempo que tengo claro no poseer verdad alguna en lo que digo. O al menos reconocer que es una verdad precaria, fácilmente desmontable, de ésas que se caracterizan por su carácter volátil y provisional. Me envalentono de cuando en cuando y tiro con nervio por alguna vereda del camino que conduce a que los demás piensen que algo sé y que ciertamente me esfuerzo en manifestarlo y en hacerlo creíble. Es todo un juego lastimoso. Me aturde la realidad, me deja inhábil para manejar asuntos que me sobrepasan y me sobrepasa Palestina y Cuba y Rajoy y la Derecha del Padre y los Cien Mil Hijos de San Luís. Estoy con K. en aceptar ya definitivamente de que somos también animales burgueses, fonéticos o acústicos, revolucionarios a veces, pero conformistas, fracasados en la empresa de solucionar los problemas del mundo con ideas avanzadas, limpias, altas, nobles, juramentadas sobre valores eternos, inmutables, inmarcesibles.

Todo se derrumba cuando el alto el fuego es una utopía y los aviones judíos revientan colegios o cuando un suicida palestino, formateado e íntegro, investido con todos los salmos y magistralmente educado en la ficción de que exista otra vida lejos de esta tan canalla y ruín que se nos cruza a diario, acciona la espoleta del miedo y vísceras bíblicas alfombran de horror las calles donde nació eso que algunos (todavía ingenuamente) llaman moralidad, fe, creencia en un mundo espiritual donde nos amamos y nos comprometemos a llevar ese amor al límite mismo del desmayo, pero yo estoy también en los desinformados, en la lista de curiosos que miran el espectáculo desde una barrera privilegiada y se sientan en su butacón preferido y escriben de noche, cuando todos duermen, la dolorosa evidencia de su ignorancia.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me relamo, como siempre, con su prosa. No sé si usted sabrá más o menos de esta vida relativa, hecha de incertidumbres, pero lo que sí tengo claro es que intenta siempre explicarse con una lucidez semántica digna de airearla a los cuatro vientos (de hecho, me he tomado prestada la libertad de enseñarle su crítica de ese bodrio australiano de la perruna Kidman a un compañero de trabajo a ver si babea igual que yo al leerla). Emilio, no incidiré en mi entusiasmo a una manera de escribir que lleva mucha letra a cuestas, mucho bagaje de noches despiertas y lecturas ávidas. Reconozco que un servidor está en pañales en esto de dar esqueleto verbal al pensamiento. No lo repetiré, porque va a usted a cansarse...

Es que eso de "alfombrar de vísceras bíblicas" me ha parecido de lo más poético, como suele usted. Maravillosa imagen. Y tiene razón, eso de colocarse a un lado u otro de la realidad sin tener certeza de lo que se está apoyando, o todos lo datos necesarios como para emitir juicios de valor, o condenas, o acérrimos seguidismos...eso es bastante normal en este mundo anormal. Y, en este paisito en el que nos ha tocado vivir, en este triste muñón del tercer mundo llamado España, la cosa se acentúa. La opinión, que, como bien se dice por ahí, es tan unipersonal como el culo, o sea, que todo cristo la tiene, no siempre (casi nunca) se apoya en criterio propio nacido del conocimiento. OPinamos cuales magistrados de materias de moda, mercenarios de los temas sociales en la palestra, sin importarnos la entidad de lo que decimos, la base, con tal de quedar bien, en barras de bares o donde sea. Es lamentable. Cada vez me da más asco (me doy más asco), porque se ha extinguido esa búsqueda del motor auténtico de la realidad (sólo ya destinada al ámbito académico o periodístico, como mucho) y se ha reemplazado por la propia idea (débil y desmontable) de todo lo que pasa. Y, claro, así nos va...

Un saludo.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pues sí, además de vivir en un mundo increíblemente complejo, hiperpoliédrico y multifactioril, además de ser todo demasiado largo y demasiado ancho y demasiado profundo y complejo, además, no nos movemos para verlo, nos lo cuentan, porque no hay otra, porque somos sedentarios, y sin embargo, todo el mundo opina sobre todo con terrible fruición y solidez en una desesperante babel de atronadores mamíferos fonéticos.

Pues sí. Siempre habrá sido así, supongo.

Sólo un detalle. De acuerdo en todo y más en el brillante estilo, pero ahora, en este preciso momento, no estamos viendo ningún suicida de Hamas ni de nadie reventarse en un autobus. Eso es lo que quieren que tengamos presente. Pero ahora no. Ahora estamos viendo otra cosa que no debe de diferir mucho de cualquier infierno bíblico.

Digo.

Saludos

ARM

Anónimo dijo...

Mañana leeré y comentaré con detenimiento, que ahora irme, unos amigos me reclaman. De momento sólo diré que leída por encima tu entrada es serena y reflexiva. Y no es poco teniendo en cuenta el tema que abordas.

Anónimo dijo...

Se ha hablado tanto sobre la desinformación a la que estamos sometidos a diario. Dudo que haya nadie (pensante al menos) que no tenga su propia versión del asunto. Con el paso de los años los medios se han dividido en dos bandos como lo ha hecho la política. Y estás en situado en el centro (no ideológicamente) entonces te bombardearán con la certeza de que tu voto y tu opinión no valen nada. Hay que hacer fuerza contra el enemigo, únete a mí o estarás solo. Ése es el mensaje que implicitamente se nos lanza. Debes elegir entre el informativo de Cuatro (con esas alabanzas superlativas que Gabilondo dedica a su gobierno) o el tremendismo soterrado de Antena 3. En cuanto a los periódicos todo está aún más polarizado si cabe. De un modo más diáfano seguro que lo está. Y en medio la verdad. Decía el personaje de Larry Fishburne en "Los Chicos del Barrio" que un periodista debe tomar partido. No estoy de acuerdo. Pienso en que los que leen, ven o escuchan son lo suficientemente inteligentes para adoptar su propia opinión cuando los hechos le son relatados sin aditamentos. Pero la realidad es bien distinta: o estás conmigo o contra mí. Así es como se entiende.

Brillante reflexión, Emilio.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Es cierto, ARM, en lo de la ausencia de kamikazes, pero la imagen no puede evitar traerse para completar una fotografía del asunto. Vivimos en un mundo multidisciplinar, que le gusta decir a los pedagogos y a los semióticos, pero nos aturden a cada momento con un exceso absoluto de información. Y no tenemos tiempo (tal vez interés) en asimilarla. Decodificar, eso es el problema. No decodificamos y salimos a las manifestaciones que no debemos y no salimos a las que deberíamos. Manifestaciones en la calle y manifestaciones mentales. Las dos.

Álex, my friend, ni Cuatro ni A3. Ni La Razón ( ay ay ay ay) ni El País. Tampoco todos, por diversas razones. ¿Entonces? Tal vez lo que tú pides: un informador aséptico, que se limite a dar una información y que luego el lector, el lector cómplice, el verdaderamente interesado en llegar al fondo de la noticia y no en el rumor noticiable o en el titular vendible, se involucre en decodificar, decía antes, en traducir, en darle la verdadera consolidación...

Isabel Huete dijo...

Puedo estar de acuerdo en el exceso de información y en lo tendenciosa que ésta puede llegar a ser dependiendo del color de fondo que tenga, pero incluso comparando las más inclinadas a un color o a otro, hay elementos en los que llegan a coincidir en este asunto, y uno de ellos es la desproporción de la respuesta israelí y el cerco alimenticio, sanitario y energético a que ha tenido sometido a Gaza a pesar de que existiera un alto el fuego durante meses por ambas partes.
No puedo justificar al kamikaze que se inmola en el centro de un mercado de Jerusalem ni al elicóptero que lanza un misil sobre un colegio de la ONU como forma de reivindicar un derecho o exigir justicia. Ambos hechos son el paradigma de la parte más espantosa de una guerra, pero no creo posible poner al mismo nivel las razones que empujan a unos y a otros, y no lo digo por la información mediática que nos llega sobre la cuestión sino por simple análisis de los hechos históricos, que sí son objetivos, que son el origen de todo el conflicto desde hace muchas décadas. Y ahí es inevitable, y creo que de justicia, estar más cerca de los palestinos. Por supuesto no para justificar sus matanzas ni sus ataques, que son injustificables, sino para defender su derecho sobre unas tierras que les han sido expropiadas por la fuerza y vulnerando la más elemental legalidad internacional una y otra vez sin que nadie diga ni mu. Irak invadió Kubait y el mundo se movilizó (EEUU mandó todo un ejército); Israel no sólo se apropia del territorio palestino sino que, además, lo valla y las voces internacionales que se oyen son de flautín.
Hay demasiados intereses económicos y geoestratégicos que se escaparán siempre a nuestro conocimiento y comprensión, pero eso no quita que desde nuestra ignorancia no podamos ver la enorme desproporción de la fuerza de cada uno para defenderse, incluso para atacar. También podemos ver meridianamente quiénes son los amigos de cada cual y los intereses que los guían para darles o no apoyo.
Nunca sabremos toda la verdad como para que podamos tener una opinión totalmente documentada y objetiva, pero hay hechos que trascienden los datos y que son objetivables: Israel es un estado creado artificialmente a costa de quienes lo habitaban y eso es un mal principio para la convivencia.
Un besote.

Anónimo dijo...

El rigor, que lo que se espera, es un milagro hoy día que los medios han decido ser juez y parte. La verdad ni siquiera está ahí fuera, porque unos y otros la tergiversan desde cuevas o despachos.

Anónimo dijo...

Y mientras tanto, la gente inocente paga con sus vidas, y mientras tanto los niños inocentes pagan con sus vidas.
!Suerte tenemos los que hablamos tanto de la falta de verdad....o escribimos tanto y tan bien....desde nuestros cómodos sillones!

Saludos a todos
una animal fonética

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