28.1.09

Bogart & Bacall












Tal vez nunca debamos saber qué hay detrás de la pantalla. La ficción debe bastar. La historia es la que cuentan los fotogramas, aunque en ocasiones se filtra la trastienda, la vida real. El cine crea un desorden luminoso al que debemos conceder la autoría emocional de todos nuestros sueños. Quizá sea bueno ignorar la biografía, no sé, lo estoy diciendo y todavía no lo tengo del todo claro. Deberíamos, lo digo con un resquicio de duda, no prestar atención al vértigo de la fama, a esa rueda de morbo puro que ofrece la cara sucia de las estrellas, su normalidad, la historia interior, tan igual a la nuestra, tan accidentada como la nuestra y, a veces, tan deplorable y punible. La vida de las estrellas enturbia el resplandor que dan en el cine, cuando las luces se apagan y realizan el trabajo por el que se les paga, aunque yo nunca pensé que a Humphrey Bogart le pagaran por decirle a Sam que la tocara de nuevo o que Audrey Hepburn recibiera sueldo alguno por ser esa belleza dulcísima y frágil que desayuna con diamantes.
Actores mediocres o incluso sencillamente competentes dan a veces su verdadera dimensión dramática en casa, en las fiestas, en cualquier lugar en donde no haya cámaras que registren el prodigio escénico. La talla de Errol Flynn era su verga (cuentan) aporreando un piano, aunque luego engolosinara a varias generaciones con su pose juguetona y su muy rudimentaria y efectiva forma de interpretar. Marilyn Monroe murió tan joven y tan divina que es completamente necesario fabular lo que le apetezca a uno y pensar en cómo sería en la cocina o de compras o en un paseo casual por un parque. A Ava Gardner la arrojaron al vicio y fue la diva ligera de cascos, de gañote ancho, líbido exigente y fácil revolcón, pero nada de lo que hizo (en Madrid, consta en muchas actas) induce a pensar en que los biógrafos o los rumorólogos quisieran colocarle gratuitamente el cartel de ninfómana. Yo no pienso en eso o no quiero pensar en eso cuando la veo como un gato hermoso (no soy original en esto ni en nada) desplazándose con pasmosa sensualidad en las escenas.
Y las fotografías en las que Lauren da fuego a Humphrey o en las que se observan, acaramelados, cómplices de un amor que no es posible (ni necesario) entender, me empujan a querer saber todavía menos. No me cuenten que se divorciaron, que él bebía muchísimo y que ella buscaba amor fuera del conveniente reducto conyugal. Nada de esa soportable rendición de datos podrá borrar la magia de todas las películas que hicieron. Vean: hasta trajeron descendencia. Steven, a decir de los biógrafos, se parecía muchísimo a su padre. Inevitablemente algo ha leído uno y más valiera que ni eso hubiese pasado.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buenas fotos, Emilio. Es verdad lo que dices; hay que ver las películas sin mirar la historia de los que las hacen, pero es tan dificil que a veces no se puede conseguir eso. De todas formas, yo lo intento y cuando más lo intento a veces más veo a Harrison Ford de otra película en el Harrison Ford de la que está viendo, no sé si me explico. Bueno, pues, ya está. Que me gusta tu página y que entraré otra vez en cuanto pueda. Ana Juárez

Anónimo dijo...

Las fotos deberían bastar, sí. Bogard sufrió durante toda su vida a causa de relaciones tumultuosas que se allanaraon cuando Betty apareció. Ella le dio paz, al menos hacia el final de su vida.

Poco importa que Flynn tocara "You are the Sunshine" con la verga (y tocaba bien según contaba Marilyn). Y poco importa que la diosa rubia fuese asesinada o muriese a causa de una sobredosis. Ya dijo Arthur Miller que no asistió a su funeral porque ella no estaba allí. Y que la Gardner se acostase con todo el mundo en Madrid no debería importarle a nadie. Todos, incluso los que jamás la vieron, presumen de haber compartido su cama. Qué importa eso comparado con el momento en el que los paparazzi la fotografían en bañador en "La Condesa Descalza", cuando ella arroja la toalla y se muestra a ellos.

Nada importa, Emilio, ya lo dijo Einstein. Somos una minúscula partícula en el universo. Nada de lo que hagamos tiene relevancia en el orden impuesto.

Y el cansancio se hace crónico estos días.

JUACO dijo...

Una gran pareja de la pantalla...y fuera...
Un saludo...

Anónimo dijo...

Pues en menudo mumdo vives, Emilio, lleno de buitres encargados de despiezar higadillos y otros órganos, perros rabiosos con hambre de cotilleo, de relucir esa trastienda del famoseo, incluso de los que no pueden encuadrarse en este término (es decir, lo auténticos profesionales). Muy delicioso lo que planteas, pero sabes que es tarea titánica no acceder a esa información absolutamente inútil, enseguida empiezan a filtrarla, a metérnosla en el hocico mojado de sopa, haciendo que unas compras o una cena en lugar público o un paseo por el retiro realizados por un personaje popular se conviertan en algo marciano, digno de titular.

Espanto de sociedad y asco de profesión (la del paparazzi, me refiero). Mejor quedarse con el celuloide y su capacidad para sugerir. Lo demás es basura , tan patética o tan fascinante como la nuestra.

Un saludo!

Emilio Calvo de Mora dijo...

Ana, es más que difícil no ver a todos los Harrison Ford o a todos los Gene Kelly o a todas las Lauren Bacall que conocemos cuando vemos una película nueva en la que aparecen. Es una contaminación del todo imprudente, pero inevitable.
Sí, inevitable.

Somos lo que dices, Álex, una mota de polvo interestelar, una mierda con pedigree, pero ahí estamos, amigo, dando la tabarra, buscando mitos, arañando como podemos la piel de la felicidad. Y que dure el empeño.

Juaco, un saludo. Fueron grandes dentro. Fuera, sé lo justo, y tal vez sea poco importante saber más, aunque (insisto) no podamos evitar oir historias, famas, rumores, en fin...

Tomás, el cine es un negocio, primero; luego todo lo demás: tozudamente, hermosamente, pero viene después, y como negocio (lo sabemos) tiene sus reglas. Paparazzis incluídos. Vivmos en el mismo mundo, vivimos dentro y n podemos escapar. No tenemos razones. No hay sitios a donde ir. LO dice un descreído feliz.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

En este caso, he de decir que sólo soy mitómano de luces y sombras.

Saludos.

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