Cruce de caminos en Mississippi: un negro invoca al diablo y le pide que le enseñe a tocar el blues. Hay gente que pide la vida eterna o el confort absoluto. Este dandy murió por un esposo cornudo y su tumba no tuvo leyenda que explicara en qué consistió su osadía y qué heróica marca ( 29 inmortales canciones ) había legado a la posteridad. El blues de la estricnina le privó de morirse de viejo esperando Greyhounds en polvorientos caminos para mostrar al mundo su talento inimitable. Al final será verdad que el diablo existe y le dio la inmortalidad, aunque fuese bajo la veleidosa forma de la fama. Que se lo digan a Clapton: ahora se ha sincerado y ha rendido el tributo obligado, pero ha bebido siempre de esta fuente. Éstos son otros tiempos...
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