8.8.07

El actor que dispara








Salvo tal vez en Birdy o en Vidas cruzadas, Matthew Modine nunca ha logrado conmoverme. Su reciente filmografía se aloja en el prolijo listado de obras inequívocamente escritas para engrosar estanterías de video-clubs o programaciones nocturnas en el mes de Agosto. Alojado en ese paréntesis lucrativo que son las series de TV, Modine es, al menos para mí, el descerebrado corsario de La isla de las cabezas cortadas, un entretenido asalto al cine de piratas antes de que Sparrow se amotinara y tomase el mando del cotarro. Hace ahora 20 años, ahí es nada, que se puso a las órdenes de Kubrick en La chaqueta metálica. De esa época es la colección de fotografías que el actor hizo a beneficio de talento errático porque viéndolas no puede uno sino fruncir el ceño, enarcar bien alto las cejas y susurrar alguna corta palabra de eco blasfemo, pero útil para explicar el asombro que lo ocupa.
Leí que hay actores que pasan a la dirección porque han aprendido mucho de los genios con los que han trabajado. Lo refería Matt Damon, que quiere dar el salto a dirigir y plantea esa reflexión. El propio Coppola así se lo confesaba: "Roba, roba, mira todo lo que tengas alrededor y pilla lo que puedas. Luego úsalo a conveniencia", podría haber sido la frase.






Pues algo así debió pensar Modine cuando agarró la cámara - una Rolleiflex - y en pleno set de The full metal jacket se lanzó a registrar la realidad para su deleite y (aquí) el nuestro. El resultado fue un libro: Full Metal Jacket Diary. "Quería documentar lo que hacía Stanley para mí mismo", dice el actor.
La Rolleiflex, en voz de Modine, es una cámara antigua que permite fotografiar desde arriba, colocando el cuerpo de la máquina al pecho y mirando el visor con una sencilla "agachada" de cuello. Stanley Kubrick, enganchado a las nuevas tecnologías y sumamente despectivo con todo lo que no fuese "moderno", se mofaba del jóven Modine. "What are you doing with that piece of junk?"
Yul Brinner también era aficionado a fotografiar en sus rodajes.




Un oficio interesante, al fin y al cabo. Me imagino qué hubiese pasado si James Stewart, Al Pacino o Katherine Hepburn también hubieran encontrado el placer de registrar la trastienda de las joyas en las que participaron. Como una especie de making-of estático, un viaje puro a la esencia del cine.





Foto cortesía de Hugo Rodríguez

2 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Muy lindo este post que nos muestra la otra cara de aquellas estrellas que también y aunque no parezcan eran seres humanos. Saludos!

Anónimo dijo...

Esa máquina me hace babear sólo con verla.

Buena pinta tiene el libro de Modine. Un tipo que pudo haber sido una estrella pero se perdió en algún desvío del camino hacia lo más alto. Además de las que citas, me gustó en "Hotel New Hampshire" de Tony Richardson. Película "septiembre" (vocablo propio que utilizo para definir determinado tipo de atmósferas) basada en la novela de John Irving. Ese tipo al que es casi imposible adaptar mal a la gran pantalla.

Insisto en lo dicho. Tal vez, Modine, debió dedicarse a la fotografía, sin borrar su pasado actoral, por supuesto.

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