29.5.23

Elogio del paraninfo

 De los significados adjudicados a paraninfo me quedo con los que no tienen predicamento actual, aunque el vigente, el del salón de actos universitario donde se celebran las investiduras, se abren cursos o se dan conferencias o lecciones magistrales, no me incomode y hasta provenga del término original. Me fascina precisamente el primitivo, el clásico, que despliega varias posibilidades semánticas, todas de más enjundia narrativa. Procede del vocablo latino paranimphus ‘padrino de bodas’, procedente del griego paránymphos, compuesto por para- ‘junto a’ y nýmphē ‘novia’, ‘mujer joven’, ‘divinidad de las fuentes’. La primera es la que, en la Grecia antigua, nombraba a quien ejercía la función de presidir las bodas y, una vez celebrado el connubio, hacer guardia del lecho nupcial hasta que acudieran los desposados, pudiendo rubricar más tarde la satisfactoria consumación carnal del matrimonio. Tenía también el paraninfo el perfil de notario de la integridad del himen de la mujer. En Roma el paraninfo acompañaba a la novia a casa de su pretendiente en calidad de mancebo portando una antorcha, mientras los otros dos actores sostenían a la novia en volandas sin que los pies tocasen el impuro suelo. Los hebreos usan paraninfo en un sentido parecido: es el amigo más cercano del esposo, el que se arroga el honor de conducir la logística de las nupcias y, continuando el modelo helénico y latino, llevar a la esposa al tálamo para que sea desflorada. Hoy desflorar es una antigualla semántica, no hay objeción moral a eso. Se trae el verbo para citar autores de léxico vetusto, a decir de las modernidades que se despachan en tiempos actuales. Hasta se me ocurre que alguien con poca mollera y autoridad censora (ambas cosas van casi siempre de la mano y abundan) saque las tijeras y sancione la imagen de la mujer que se describe en la restitución de paraninfo. Queda la metáfora de la flor a la que se le impone una especie de quebranto cuando se la violenta y parte. También eso será un acto lamentable para quien sólo ve monstruosidades en lo que, las más de las veces, es tan sólo poesía, acto natural o incluso signo de la preservación de la especie  



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