30.4.11

Cafres, ignorantes, delincuentes


Banalizar lo religioso no es afianzar lo laico. Decapitar tallas del siglo XIII en una iglesia de Burgos no es una evidencia de un estado infame de las cosas y no se debería tampoco acudir al libro de los conflictos y consignar otro lance bélico más entre creyentes y descreídos. La afrenta al patrimonio artístico comparte la misma cepa destructiva que la que hace que un ciudadano normal (sea la normalidad lo que quiera que sea) pierde los papales, caso de que haya papeles y tenga dentro algo bueno escrito, y se ensañe con un animal, torturándolo hasta que da el último gemido. Bestias todos ellos, incultos sin matices, cafres por inclinación sanguínea, delincuentes vocacionales, natural born killers.
El ateo de ahora es un iletrado en asuntos teológicos, lo cual es una aberración lógica. La suspensión de la credulidad en los misterios de la fe era en otros tiempos una postura de vida, un credo al modo en que también lo es el inverso, el que concita la fe y practica los mandamientos de la iglesia. Siendo todos filósofos, algunos lo somos con más entusiasmo, cuidando con más esmero de los detalles especialmente delicados, afinando la música de la discrepancia, pero sin descalificar a quien no oye nuestra melodía.
Lo grave del despiece de la obra no es que cueste ahora una buena pasta su arreglo, si es que hay arreglo posible, sino el coro animal de tarados que jaleará hasta el desmayo sináptico la obra de su (falso) conjurado, si es que iban al mismo hilo patológico, la tristísima sensación de saber de la existencia de esa banda de alucinados, de ignorantes, de activistas del despropósito que no saben ni siquiera en donde tiene la cabeza propia, si es que alguna cabeza existe encima del indispensable cuello. La ajena, la decapitada, estará pronto en su noble asiento, pero algunas que pasean las calles no merecen la sangre que las riega. Y no hace falta una titulación universitaria en Bellas Artes o en Historia para, si no admirar, al menos respetar las manifestaciones artísticas de lo único que es verdaderamente nuestro, por encima de ideologías, de credos y de modas: el pasado.
 

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7 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

Cefaloclastas. Una nueva forma de estupidez. Aunque no sé yo si los que cercenaron esas cabezas milenarias eran realmente mercenarios ateos buscando placebo que alimente su catecismo. Más bien se me antoja que fueran púberes etilizados o en pleno rito iniciático a una adultez temible.

El anarquismo del siglo XXI es más bien digestivo, el ejercicio vegetativo de una adolescencia sin más referente de ilustración que la plei y el tuenti.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Anarquismo digestivo, cafres ociosos: no serán desquiciados por la guerra contra la fe, pero los hay, que son los que en el fondo jalean estas juliganadas de fin de semana de botellón. La plei es un somnífero cultural.

Rafa dijo...

Una sola palabra, Emilio: cafres. Ya está. Con Dios y sin Él.

Miguel Cobo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Cobo dijo...

Estos descerebrados me han recordado el "encomiable" derribo por los talibanes de Los Budas de Bamiyán, en marzo de 2001; eso sí, estos últimos dando la cara, en un acto de profesión de fe cerril para demostrar que si la suya no mueve montañas, al menos las revienta.
Aquí en Córdoba ya se emplearon a fondo hace unos años con el grupo escultórico de Manolete, en Santa Marina.En este caso la saña destructora no se puede tildar de antirreligiosa. Los energúmenos no distinguen entre apóstoles y caballos. Ni entre las palabras y los rebuznos.
Así que por mucho que hablemos o escribamos, descuida que no nos van a oír. Y menos, a entender.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Para ejercer de cafre no es indispensable el ateísmo ni la fe. Se ejerce por motivos que a veces no tienen nada que ver con eso.
Cierto que fueron cafres iletrados. Probablemente lo fueron, pero me alarma la existencia de los que creen estar asistidos por algún tipo de razón histórica.
Esos son los peligrosos, Rafa, Miguel, los cafres con motivos.
Los burros sin ganas de ser educados antes ni ahora, amigo Miguel, no leerán nada de esto, ni nada de nada. Se pondrán ciegos y harán lo propio de quien no ve.

Olga Bernad dijo...

Me quedo con dos cosas:
"El ateo de ahora es un iletrado en asuntos teológicos, lo cual es una aberración lógica".

"Para ejercer de cafre no es indispensable el ateísmo ni la fe".

Tampoco lo veo yo culpa de la plei ni del anarquismo (otra forma de tener fe), es que hay cafres apuntados a todas las religiones. A ningún tonto le da por aporrear su propia cabeza. Lástima.

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