28.11.10

Cuerpo


I
De igual modo que al cerrar los ojos negamos la realidad visible, clausuramos el aturdimiento de las formas y de los colores, podríamos también cerrar a voluntad el oído y negar los sonidos, no escuchar a quien habla y no dice lo que queremos escuchar, a quien grita cuando a nada contribuye el ruido., a quien violenta el silencio con palabras vacías, con frases huecas, con argumentos estériles.
El cuerpo es una máquina que funciona casi siempre a su aire: no se deja gobernar, no acepta que se la administre y se la conduzca a capricho de quien la posee. Pero vivimos fascinados por su lenguaje y guia nuestra vida, lo endiosamos, lo convertimos en el norte absoluto y fatigamos los días vigilando para que no se despeñe en el abandono, esmerándonos en su cuido, mimando su aspecto, engolosinados por el aspecto de los demás, oficiando la ceremonia de la distracción, creando modelos de conducta basados en lo físico, en lo gestual, en lo epidérmico, sin caer en la cuenta de que es adentro es donde reside la belleza. Pero no podemos cerrar a voluntad el oído y no sabemos decirle al cuerpo que somos nosotros quienes mandamos. No nos interesa: seguimos pagando a gusto el peaje de los sentidos y miramos los cuerpos con absoluto fervor, buscando la belleza, claudicando ante esa belleza eventual, notando cómo el corazón vibra, loco.

II
Ayer contemplé otra vez la belleza inconsolable de Ingrid Bergman. Pensé en cómo se matrimoniaba esa belleza con el talento. No pienso así cuando veo a Peter Lorre o a Charles Laughton, dos de mis actores favoritos. Pienso en el atractivo casi infantil de Norah Jones y no me fijo en lo poco agraciado que es Tom Waits. Ah claro, es que a Tom Waits le va ese aspecto retorcido, ese gesto al que le han extirpado el control y campa intoxicado de vértigo: le va el temblor, le va la fiebre. Michael Buble, ese crooner de diseño al que le acompaña una voz perfecta pero sin drama, es un hombre al que jamás encomendaríamos que cantase el repertorio de Kurt Weill. Somos crueles, pero exigimos una devastación del cuerpo, un sacrificio. Los registros más hondos del alma humana no se entregan a quienes puedan distraernos. Tal vez debamos cerrar los sentidos y abrir únicamente el alma. Sin la traba de lo físico.
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5 comentarios:

xabipop dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
X dijo...

Escuché hace mucho tiempo decir que hay planos de la Bergman en los que parece como si le hubiesen insertado dos farolillos en ambos ojos tras sus retinas, pues es impresionante el brillo que de ellos emana. Casablanca es un gran ejemplo, pero no el único. ¿Sabes? Yo crecí con un cuadro del rostro de la Bergman en mi dormitorio, con éso te digo bastante.

Bueno, a de decir verdad yo quise pasar a comentar más de un post anterior que se me escapó y con el que me quedé con las ganas. Llevas entre manos una verdadera locomotora a todo gas a la que sigo enganchado como puedo a la manilla del último vagón con medio cuerpo fuera, pero cuyo esfuerzo recompensa sólo por compartir algunos de esos antídotos que yo manejo también en mi refugio.

Un saludo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Eso mismo me dijeron, exactamente eso, el otro día. Me contaron casi las mismas palabras. El brillo en los ojos. Los farolillos. El precioso blanco y negro. Y esa fue la causa para abrir el post, X.
Lo del tren se lleva muy gustosamente. Cuando se acabe la leña, quemaremos todos los vagones. Es la guerra.
Un saludo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Eso mismo me dijeron, exactamente eso, el otro día. Me contaron casi las mismas palabras. El brillo en los ojos. Los farolillos. El precioso blanco y negro. Y esa fue la causa para abrir el post, X.
Lo del tren se lleva muy gustosamente. Cuando se acabe la leña, quemaremos todos los vagones. Es la guerra.
Un saludo.

alex dijo...

En realidad todo es una cuestión de percepción. Waits me parece atractivo del mismo modo que Ingrid Bergman lo es de una forma casi insultante. Es aquello que afirma que el mundo se compone de aquello que eres capaz de ver. O de aquello que quieres ver. Lo demás nos sobra. Per example, para mí Cachuli es invisible. Lo único que siento es haber tardado tanto tiempo en aprender a moldear mi universo privado.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.