En realidad, aunque la realidad nunca sabemos qué es y qué puede ofrecernos, no estamos en disposición de sospechar de qué se ríen estos dos. A lo mejor se malician, se cuchichean sus cosas y se dan palmaditas en la espalda por lo bien que Dios les hizo y lo bien que les cuida. Son gente de principios solídisimos y su oficio es derrumbar los principios de los demás. Sobre todo aquéllos que cuestionan los suyos. En ese plan destructor no poseen monopolio: hay legión. Se me ocurren diez nombres sin excesivo esfuerzo. Lo que evidencian es que son felices. Exhiben una felicidad completa, remachada por un esmoquin y una copa de champán. Ya quisiera yo que en un descuido un fotógrafo me pillase en una sonrisa de estas dimensiones. Las suyas son limpias, ensayadas en privado, engarzadas a una dentadura aristocrática, convertidas en símbolo del júbilo que les atraviesa el pecho. Y no es que seamos tan estrictos que no permitamos que los dueños del planeta se tomen su piscolabis y disfruten de los canapés, pero cierto estado de las cosas nos empuja a pensar que bien pudieran emplear el tiempo en asuntos de más enjundia, más acordes al cargo. Parece como si ya tuviesen la tarea hecha y se hubiesen juntado para celebrar el trabajo resuelto.
Mi amigo K. sostiene que Berlusconi ve en Bush lo que Bush en Berlusconi y que en ese trasiego cómplice de arrumacos galantes el mundo se está viniendo abajo. Así que no se ve con buenos ojos que estos dos arquitectos del orden se solacen así, tan gustosamente, sin que una evidencia de preocupación les doble el gesto y veamos, entre el alborozo y el brindis, un ademán de culpa. Les ponemos una canción de Cole Porter y les damos pista para que se pierdan en piruetas y en ternuras.
Mi amigo K. sostiene que Berlusconi ve en Bush lo que Bush en Berlusconi y que en ese trasiego cómplice de arrumacos galantes el mundo se está viniendo abajo. Así que no se ve con buenos ojos que estos dos arquitectos del orden se solacen así, tan gustosamente, sin que una evidencia de preocupación les doble el gesto y veamos, entre el alborozo y el brindis, un ademán de culpa. Les ponemos una canción de Cole Porter y les damos pista para que se pierdan en piruetas y en ternuras.
5 comentarios:
La complicidad llega al punto de que Silvio ha prohibido la proyección de "W" en el festival de cine de Roma. Se estrenará en Londres... Gordon Brown no debe tener la misma sintonía con el emperador del mundo saliente.
No sabía ese dato, esclarecedor. Después de escribir el post (esta mañana) he visto los telediarios de mediodía y me he asqueado (uno en La Sexta muy preciso y muy irónico) por el compadreo de estos dos emperadores de lo suyo. ¿Lo suyo, he dicho? Nuestro, álex, desgraciadamente.
los veo así...y parecen dos personas.
Vaya, las apariencias... Eso será. Yo los veo abducidos y devueltos al cogollo terrenal.
Dos leones marinos solazándose bajo el sol, con perdón de los leones marinos.
Quizá las copas lleven unas gotitas de EPO. De otra manera no sé cómo pueden resistir cargar con tanta miseria.
Besotes.
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