En las cajas de caudales de algunos productores de Hollywood tiene que haber joyas del séptimo arte, películas inconclusas, proyectos no acabados. Una es La otra cara del viento (The other side of the wind, 1.970). La dirigió Orson Welles y la protagonizó su amigo John Huston, ambos ya bien talluditos y con un pie más en el edén - o en el infierno - que en sus amadas barras de bar y timbas de perdición. Peter Bogdanovich, íntimo amigo de Welles, Claude Chabrol, Dennis Hopper y la entonces mujer de Orson, Oja Kodar, una croata hermosa y joven - a los ojos del director -que entretuvo los últimos años y se coló de rondón en la grabación. Incluso (cuenta el propio Bogdanovich, que fue productor del asunto) pidió subir un poco el tono erótico del asunto y hasta incluyó en el guión escenas tórridas de sexo explícito. No sabemos a esa altura de una vida qué le parecería a Welles la petición de su ardorosa esposa. De todas formas no se negó.
La historia trata de un cineasta en declive, Jack Hannaford, interpretado por John Huston, un poco cabroncete y desabrido, que vive sus últimos días alejado mundanal ruido y retonzando en los recuerdos de su gloria ya fugada. Si fuese mujer y hablásemos del ocaso del cine mudo tendríamos una continuación de Sunset Boulevard, pero me parece a mí que Welles y Huston pretendían, más que hacer una obra de arte, una película seria y disciplinada, era facturar un exabrupto, una salida de tono acorde a la vida que habían llevado y, sobre todo, a sus últimos esfuerzos. Hablamos de mediados de los setenta. Cuando Huston le preguntó a Welles de qué iba el asunto, éste le espetó:
"Trata de un director, un bastardo pagado de sí mismo, que utiliza a la gente, la crea y la destruye. Trata de nosotros, John. Es un filme sobre nosotros mismos".
El hijo de John, Danny Huston, dice no saber quién posee realmente los derechos de las imágenes de la cinta, que no acabó por desavenencias entre el equipo. Guardada desde 1.976, todo queda en ese turbio territorio de la propiedad intelectual o de explotación de la película. The Times publicó el año pasado que Welles sólo rodó cincuenta minutos, dejando a Bogdanovich, entonces un excelente realizador, que concluyese el trabajo. Las vías para que la cinta vea la luz se abrieron ese mismo año, pero todavía seguimos a oscuras.
Las obras maestras inéditas escasean. No existen certezas de que esta especie de autobiografía ficcionada de Welles sea tal, pero treinta años después, estando quién estaba tras las manivelas y quién delante, no podemos hacer otra cosa que desear echarle el ojo. Aunque únicamente sea por el morbo de ver a dos genios e imaginar, como en la foto, qué hacían entre toma y toma, de qué hablaban, a quién le levantaban las faldas.
El curioso lector puede indagar en la Red en busca de información adicional. La hay, a espuertas. Esto no es sino una breve reseña, una sentimental. Lo que no hay es fecha. De eso es de lo que carecemos.
Como extra en este post, incluyo un más que curioso documento pillado en el omnipresente y demiúrgico Youtube que hace posible, según créditos, la tal Oja, la mujer del genio. Orson Welles: The One Man Band, se llama.
2 comentarios:
Circulan pequeños retales de "La Otra Cara del Viento" por ahí. Suelen incluirlos en documentales dedicados a la obra del genio, si los consabidos derechos lo permiten. Los escasos fotogramas que he visto me recuerdan a una cinta conceptual de esas que tanto se gastaban en los 70 y finales de los 60. Pero era Welles quien estaba detrás, y no un imberbe con ínfulas de creador de tendencias. Habría que verla y estoy seguro que la veremos algún día. La edición en DVD para coleccionistas ya habrá pasado por la cabeza de más de un distribuidor. Sólo queda esperar. Siempre se trata de eso, de esperar.
Como el don quijote, que acabó de rematar jess franco...
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