14.1.07

FUEGO EN EL CUERPO : Cine negro puro












Lamentablemente, Fuego en el cuerpo no es una película erótica aderezada con una historia de serie negra, como en principió se publicitó en un alarde especulación informativa interesada: es una excelente película de serie negra que se afilia al sexo - y a su aureola clásica de fatalismos y reversos - como motor apostólico de toda la urdimbre narrativa. Que la tragedia arrope el final del metraje no sorprende: agrada, es marca de género, al que no aporta nada nuevo. Kasdan, muy inteligente director y finísimo estilista del mercado publicitario, toma de aquí y de allí los sketches que le apetecen, los tópicos, los lugares comunes del inventario accesible, y filma con desparpajo, con absoluto conocimiento del medio cinematográfico una obra personal, hermosa.Pese a que la Turner nunca fue santa de mi devocionario, aquí seduce, como el conciso y prudente personaje de William Hurt en el papel de abogado en connivencia con el pecado ( la carne de la femme fatal tan querida en el cine negro ) para acabar perpretando el previsible crimen.


Uno recuerda al Jack Nicholson comido de harina en El cartero siempre llama dos veces de Bob Rafelson o al Garfield de la primera versión de Garnett o al hueco Don Johnson de Labios ardientes para encontrar un antecedente, pero es Hurt, a mi modo, quien se lleva esta palma, quizá porque él quien más fiablemente representa el rol de sexo y no cae, como Johnson, como el mismo Nicholson, sálvense las distancias actorales, en esa gratuidad de gestos del primero y en ese divismo estridente y patético del segundo. Muy recientemente me viene Ed Harris, que tiene en Luna de porcelana un papel parecido y cumple, sin más.


En el lado femenino, Jessica Lange, Lana Turner, Virginia Madsen, Madeleine Stowe, Veronica Lake, nombrando mujeres de entonces y de ahora. Kathleen Turner lo tiene infinitamente más fácil que ellas: debe ser por la tolerancia de estos tiempos frívolos en los que el cine no sólo no se cubre sus intimidades ( genitales) sino que las airea: con todo conocimiento de lo que esa exposición va a traer a taquilla. Somos todos buenos voyeurs cuando hace falta. Y eso que Fuego en el cuerpo, como digo, no abusa de lo erótico facilón, sino que prefiere merodear el turbio mundo de los sentimientos, de las trampas de la moral, aportando al género un más que nunca detenido estudio de las compensaciones y de los arrepentimientos del crimen.


Cuando otras películas hermanas arañan superficialmente, sin ahondar, aquí tenemos cine colorista, de ambientación folclórica ( el sur, la noche, el sudor, el tópido derramado como gasolina en una hoguera en la oscuridad ) donde Kasdan, que es zorro viejo en estas lides, une thriller clásico y melodrama criminalista.



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