11.10.20

Pandemia y lenguaje

 


El significado de logística que ha prevalecido o se ha impuesto a otros proviene del francés y da entender el lugar en el que se aloja el material que más tarde se confía a la venta, de ahí también la española "lonja", que viene a decir lo mismo. La etimología más antigua es griega y significa "calcular".  En cualquier caso, cunde en ambas un concepto matemático, afín a la lógica, que también echa mano del lexema, respetándolo. La madre francesa de la palabra invoca el sentido que hoy en día más impera, referido al suministro o a la intendencia en materiales de jurisprudencia militar o meramente comercial. En cambio, hay un desajuste ideológico en esa diatriba semántica: la logística se ha opuesto a la lógica en estos tiempos de zozobra y de relativismo moral, no se crea el amable lector que estoy usando argumentos papales: mi reflexión es mucho más mundana. No solo en filosofía se ha reemplazado la lógica por la logística, como pone El Roto a uno de sus ácidos personajes: también en la información. Es tanta la que tenemos a mano que se produce el efecto inverso de su propósito y la saturación nos embota y hace que perdamos la distancia precisa para comprenderla. Lo de cribarla tampoco es fácil: la propia esencia de las redes sociales contribuye a que prefiramos su propiedad a su conocimiento. La irrupción de la pandemia representa un caso extremo de información convertida en logística de combate. No hay metáforas: el objeto aludido y el real están en el mismo plano, cunde la estadística rancia y triste. Entrever una mera posibilidad de que podamos colar un sentido poético a esta pandemia se antoja una empresa ardua. Asistimos al espectáculo de la información, más que a su rendición cumplida y fiable. Se ha convertido en un circo el baile de números y la gestión de los gobiernos por minimizar el daño y, en último término, erradicar la causa que lo produjo. La lógica se ha desvanecido, la inteligencia ha muerto, en ese plan de decaimiento de la razón. Por otro lado, triunfa el sensacionalismo, la tertulia improvisada en la que todo el mundo tiene una cátedra bajo la lengua. Incluso la gente sensata que a veces acude a los programas de televisión o escribe en prensa o habla en la radio pasa desapercibida. No es posible procesar este tumulto de noticias. Sólo vemos cifras y mascarillas. La logística le ha puesto el pie en el cuello a la lógica y ha dejado caer todo su peso, el etimológico y el tangible. Las palabras se han despojado de su estructura profunda, la que nos enseñaban en el instituto, no sé si ahora ese concepto todavía está en los libros de texto. Todo es superficial y liviano. Pasan los días y el aire sigue irrespirable. Todo el aire. 



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