4.2.10

No es Aznar



Esta foto explica cosas que uno sólo entiende tangencialmente. No las entiende porque no está metido en la faena política, que debe ser (a lo visto en muchos operarios del gremio) oficio canallesco, que acaba quemando a quien lo ejerce. La mirada torva, el gesto rapaz, esa concentración homicida en algún punto concede la literatura habitual y uno, bien armado de recursos, construye la biografía de este exiliado de lo suyo, pero podríamos esquivar la experiencia, renunciar a poner en danza todos los conocimientos previamente adquiridos y fijarnos exclusivamente en el sujeto, en el rostro. Sé que cuesta: hay personas o personajes, no sabe este bien uno nunca, que se dejan mejor y en los que nos empleamos con más ahinco. Como si reserváramos para ellos la mala leche semántica, ese repertorio de puyas léxicas que llevamos dentro a la espera del objeto idóneo para su aireamiento. Una vez liberada la toxina, el cuerpo respira, el alma se adensa en sus placeres y la vida observada desde ese desatino recién expulsado es más armoniosa y se presenta con más bonitos colores. No sé si a ustedes, lectores familiares y lectores transeúntes, les ha pasado algo parecido. A mí de vez en cuando, lo admito.





Recuerdo un disco de Phil Collins que se llamaba Face value, El valor del rostro. La cara guasona de Collins ocupaba todo el cartón del vinilo: era una cara abierta, entregada a la imaginación desbocada del espectador, convertida en una puerta desde la que entrar en un mundo. La cara de este señor de arriba ofrece también un mundo. Insisto en la ventaja narrativa de apartar el nombre. No es Aznar, no es el señor de los pies en la mesa, no es el jefe máximo de las hordas de la sacrosanta oposición al (débil) ejecutivo patrio: es un hombre al que han pillado en un descuido facial. Porque no puede ir nadie por la vida con ese vinagre en los ojos. El veneno óptico taladra la cuenca del ojo e invade el recinto del pensamiento, lo emborrona, lo convierte en un lodazal de ideas. A lo mejor, tras el descuido, la cara vuelve a su ser, que no sé muy bien qué es eso del ser. Filosofías. Lo que sí sé es el repelús que da la instantánea. Podría haber sido un vecino mío o el panadero que hay a la vuelta de mi calle o el ciudadano que está emponzoñado por la vida que le están dando estos gobiernos provisionales, frágiles, incompetentes, volanderos y tibios que vemos en televisión mientras almorzamos.



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11 comentarios:

Pepe Márquez dijo...

Pues tiene toda la cara, Emilio. Esa cara no se olvida. Está grabado "a fuego" en la memoria reciente. Más vale verla en blogs, no crees? Qué jeta tiene el hombre...

Emilio Calvo de Mora dijo...

No la tiene. Míralo bien. Es, y no es. Una intriga metafísica, Pepe.

Eduardo dijo...

Quien ve caras no ve corazones, dice un proverbio portugués.
Yo, a un político le pido resultados. No que me saque de vinos. Y con la que está cayendo, me sorprende que se siga hablando de Aznar. Pero yo soy, probablemente, un fascista... ;)
Saludos y, a pesar de la discordancia, que buen blog tienes, ladronzuelo amigo...

Anónimo dijo...

Uy, a mí este hombre me pone lo de arriba abajo y lo de abajo arriba y todo descompuesto. No sé mirarlo. Me da susto. Es el coco, el hombre del saco, el terror de los sueños de los niños y el terror de los sueños de los progres. Yo, que soy una progre cincuentañera, le tengo miedo a gente como esta. Pensar que es mi quinta me hace temerle más. Uy, uy, uy.

ELENA CUADROS

Peper Pank dijo...

No hombre, no, es puro teatro. Ya conoceis la canción,¿no?, Lu tuyo es puro teatro. Seguro que estaba en el entierro de cualquiel inocente asesinado por el recurrente y socorrido brazo espectacular del estado, la ETA. En fin un pobre diablo, pequeñito y prevaricador. la culpa no es suya.jejejeje.

オテモヤン dijo...
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Conrado Castilla dijo...

Este tipejo es "mister yo".Yo saqué a España de la crisis, yo soy el mejor presidente de la democracia, yo quiero más que nadie a España, yo tengo la solución a todos los males de la crisis (acordaos del váyase ...), yo señalo con el dedo quien debe ser el jefe de mi partido, etc, etc.

alex dijo...

A mí me da más miedo cuando hablar y su no bigote se mueve desacompasadamente. Y me da más miedo cuando se desdecía y abrazaba a Xabier Arzallus o llamaba a los periódicos para dar su palabra de que era ETA y no Al Qaeda quien había atentado en Madrid. Me da miedo cuando dice que la DGT no es quien para decirle cómo debe conducir mientras sostiene una copa de vino. Me da miedo en general, y esas fotos que muestran lo aumentan.

Rafa dijo...

Jejejeje, jijijiji, risas, pero no me rio mucho. El careto INTIMIDA.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Veo lo que veo, Eduardo. Era una cara, no era la cara con el nombre dentro. Luego, claro, inevitablemente, sale el nombre. Es cierto: uno sale con los amigos a tomar cerveza. Los políticos sirven para hacer su oficio: da igual la jeta, el gesto. Pero a veces cuesta ese deslinde. Gracias por todo, Eduardo.

Pone cosas arriba y cosas abajo. Como todos. No creas que otros se salvan de esa geometría, Elena.

La culpa, Peter, es suya, es compartida, según qué cosa.

Mr. Ego, Conrado, amigo. Eso es. Buen apodo. Yo, yo, después otra vez yo. Y está afuera, estando dentro. Y quiere estar más, sin que se le note. Habilidades de político. Digo yo. Más yo.

Sí, Álex, en la distancia corta es donde un bigote de hombre se nota más. Desdígase, que ya tendrá quien le razone el desdicho. Te mando correo al tuyo. Ok?

Es que intimida. Incluso riéndose (pensé poner una foto riéndose) da grima, grumo, broma, no sé.

Anónimo dijo...

Es verdad, Emilio. Cuando se ríe, te da repelús... Rafa

La gris línea recta

  Igual que hay únicamente paisajes de los que advertimos su belleza en una película o ciudades que nos hechizan cuando nos las cuentan otro...