6.2.10

Hay que esperar siempre lo mejor...



En algunos de las peores películas que he visto recientemente sale Robert de Niro. En esa ristra de bodrios no están Taxi driver, El cazador, Casino, El Padrino, Toro salvaje, El cabo del miedo o Uno de los nuestros. Ni siquiera está Heat o La misión o Jackie Brown. El hecho de que uno de los mejores actores del mundo entregue su talento a mercancías de tan pobre brillo no significa que haya dejado de admirar su trabajo y de sentir que alguno de los mejores momentos que yo he pasado delante de una pantalla han estado enteramente en sus manos. También alguno de los más aburridos. Duele ese aburrimiento si te lo infringe un amigo, alguien con quien has compartido la felicidad a veinticuatro fotogramas por segundo. Duelen 15 minutos, Showtime, El enviado, Los padres de él, Los padres de ella, El escondite, Stardust, Asesino justo. Ay cómo duele Asesinato justo. Y además está Al Pacino, que ha contribuído a esa felicidad cinéfila con algunos Padrinos, con Malas calles, con Serpico, con El precio del poder, con Esencia de mujer, con Donnie Brasco...




Luego tiene su reverso tenebroso, su inclinación natural a dejarse convencer, en la edad provecta, por proyectos infumables, ideas mediocres, films destinados a llenar estanterías de videoclub y a empobrecer, a enmarañar, una carrera brillante. ¿De qué estamos hablando? De 88 minutos, de Pactar con el diablo, de La prueba... Pero todavía tiene Pacino ojo lírico: se deja intimidar por la pasta, la mira, la escruta, firma el contrato y entra en el estudio a título de rey en ejercicio. Da sus exabruptos, hace sus muecas, imposta su barítona voz de recitador de Shakespeare y luego vuelve a casa, se enchufa la tele, ve fútbol americano bebiendo unas cervezas y se duerme en el sofá. No sé si ha llegado al punto de echar la tripa que nunca le hemos visto. Igual llama a su amigo Bobby y le cuenta qué grandes fueron. Se hacen confidencias, se escuchan, se echan unas risas y cuelgan. Hay que esperar siempre lo mejor, pero no llega...

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5 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

Saludos, compañero.

Supongo que la filmografía de un actor viene a ser algo muy parecido a una biografía. Las muescas y estelas que dejamos evidencian lo que todos tenemos de excelentes y detestables.

Más veces, amigo, más veces.

P.D.: OjO de buey va lento, pero en breve saldrá el primer racimo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Hay filmografías casi impecables? No lo tengo claro del todo. Algunos nombres, pero enseguida salen algunas manchas. Lo de Tarantino, tranqui...

Rafa dijo...

Se les perdona todo, Emilio. Incluso Asesinato Justo que ES LA PEOR PELICULA DEL MUNDO. Me salí de la sala. Pepa se salió antes que yo. Y yo fui detrás, por supuesto. Dinero tirado con lo caro que está el jodido cine. No veas. Un saludo mío, y de Pepa en este caso, jeje

Anónimo dijo...

De acuerdo en casi todo, pero yo no pondría La misión como la gran actuación de Robert de Niro. Es un hombre que pierde en cuanto se viste de personaje histórico. Si miras su filmografía, salvo bodrios, como dices, no hay personajes de la Historia, sino gente de ahora. Es un actor maravilloso, estoy contigo, pero siempre esperas algo terrible, algo que te defrauda con las recientes cintas. Al Pacino no es santo de mi altar porque sobreactúa tanto que me carga, me carga mucho, me da cansancio su car. Sé que estoy contra el sentir popular, pero... así pienso. Saludos y gracias....

LUIS MARIA DE SENILLOSA

Emilio Calvo de Mora dijo...

Bochorno sentí con Asesinato Justo. No salí del cine ni mi "Pepa" particular salió antes que yo, pero te aseguro que fue indigno. Doloroso.

Es verdad, Luis, eso del pesonaje histórico en Robert de Niro. Ahí desfallece, no sé por qué. Incluso parece no buscar vestirse de antiguo y hablar distinto. Será que es de Tribeca, un barrio moderno.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.