8.12.06

FICCIÓN : Gente que habla




Era muy fácil que Ficción, con unos mimbres tan sencillos, cayese en la autocomplacencia, en ese mirarse el ombligo en el que muchas películas de este calado intimista caen. Y Ficción lo evita casi siempre: el lirismo que vemos, esa limpieza de sentimientos, es sincero, pero abruma, en ocasiones, y uno se siente cohibido ante esta despliegue formidable de emociones tan a ras de epidermis, de personas ( que no personajes ) tan honestas con su vida. Ficción explicita como pocas películas que yo haya visto la dificultad del ser humano para manifestar el amor, para dejarlo fluir y no controlar los efectos de su fuga. Cesc Gay es el director retratado en el film: un Eduard Fernández inconmensurable, convertido ahora, no tengo duda, en un actor de fundamentos solídisimos, capaz de levantar, por sí, una película en este cine español nuestro, tan necesitado de aditamentos, de añadidos superfluos. Es la historia de un hombre que huye de la ciudad y se refugia en la casa de campo de un amigo.
Es la historia de una reconciliación: la de un hombre consigo mismo. Entonces Ficción no se articula como historia clásica, sino que va transcurriendo con mansedumbre y son las palabras, los gestos, los silencios, las miradas ( sobre todo ) las que levantan el film. El guión es brevísimo: no tiene casi carnaza. El mérito de que salgamos del cine con la impresión de haber visto una película y no un aburrido concatenamiento de conversaciones de cuarentones en una casa de campo es el pulso poético de un director en racha ( En la ciudad, su anterior film era también una notable película, o Krampack ) y de un elenco ( se dice así, pero la palabra me suena a starlettes en una escalera de un musci hall, a ver, qué vamos a hacer ) en absoluto estado de gracia ( y esto último me suena a San Juan de la Cruz rematando un verso en trance místico, en la soledad metafísica de su retiro ).
No sabemos si el director que busca inspiración y paz espiritual encuentra alguna de estas carencias. Importa poquísimo. Lo que halla es el amor: y lo reconoce inmediatamente.
En el fondo, la historia de amor es triste. Y la película: una tristeza remansada, agradable, contenida y casi cálida que nos hace preguntarnos, sin la estridencia de la urgencia, por la vida, por los estímulos que nos hacen soportarla, disfrutarla, temerla, en ocasiones.
Cine recomendable en estos tiempos de vértigo y de confusión estética, aunque choque que los personajes, salvo el del veterinario que hace Javier Cámara, hablen esporádicamente en catalán. Serán cosas de la política, y esto es una página de cine.
El propio Gay se sintió "consternado" cuando la distribuidora le vino a obligar a doblarla al castellano de forma íntegra. En fin, ésta es una página (insisto) sobre cine y no podemos, por extensión, al tiempo, por ganas, meternos en esos vericuetos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena película. Mucho mérito, muy buen raparto.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.