6.10.06

WORLD TRADE CENTER : El 11-S hecho blockbuster






Lo mejor de World Trade Center, la última película del polémico Oliver Stone es que no parece una película de Oliver Stone y que se aleja de toda posibilidad de que podamos relacionarla con la polémica. No está el horno americano para bollos y la herida del 11-s está abierta todavía, y gangrenando, a su modo, la geopolítica, ese concepto nebuloso de partida de ajedrez entre gobernantes donde una pieza mal movida puede ocasionar un cataclismo en mi pueblo, pongo por caso.
World Trade Center evita entrar en la barbarie del terrorismo. Pudiendo haber sido una película explícita y dura, es una visión amable y minimalista de un hecho que se ha posicionado, por tristes méritos propios, en el referente patriótico de la reciente Historia norteamericana ( mundial, añadiría yo ). No vemos a los aviones impactar sobre las torres gemelas: percibimos el rumor del impacto, el sordo y tenebroso sonido que producen. Todo se deja acunar por un sentido documentalista escorado en exceso al panfleto dulce de un Discovery Channel con mucho presupuesto.

Todo nos suena a blando: quizá querríamos una visión más dura, mejor narrada, más apegada a la vida. Y World Trade Center es una película de factura plana que no engancha con la realidad de la emoción, a pesar de que filme Oliver Stone, ese azote de la tradición yankee, ese traidor al stablishment que igual se deja caer por Cuba para echarse un purito con Fidel Castro y hacer otro panfleto laudatorio que cuestiona el magnicidio en Elm Street dando un puñetazo en la mesa de los ortodoxos.
Uno podría abstraerse de la iconografía ya aprendida ( impacto de los aviones, cuerpos cayendo desde las plantas superiores ) y ver World Trade Center como una película de catastrofes más. Los dos policias ( McLoughlin y Jimeno ) son personajes de un dramatismo contenido. Son parcialmente creíbles. Nos creemos, no obstante, el derrumbe de un modo de vida, la evidencia de que de esos escombros va a nacer un siglo nuevo y de que nosotros vamos a ver el parto. Lo vimos en la CNN, en directo, o en la cadena favorita del amable lector, pero Oliver Stone nos da ahora un giro más de tuerca y monta un espectáculo entre lo intrascendente y lo sublime de la vida de una serie de personas que luchan, sobre todo, por salvar la vida. Por eso podemos abstraernos y considerar que la película es una ficción y que no hay detrás un correlato fidedigno de unos hechos que todos conocemos y que a todos, de una u otra forma, nos calaron.
El excesivo metraje podría haber sido reducido si hubiesen eliminado la morralla de la vida sentimental de los policias, que no interesan y hacen que perdamos el sentido primario del film. Da todo esto la impresión de que a Oliver Stone le han metido en una habitación para advertirle. Le han dicho: " Mira, Oliver, tú eres un tío estupendo y ya está bien de hacer películas que ponga al personal de mala leche. Date un respiro. Cuéntale al país que Dios existe y que estuvo allí, entre los escombros. Que el mundo sepa que los americanos somos gente noble y gente buena. Que no hay una verdad oculta. Que no hay una teoría de la conspiración. Oliver, tío, descansa un poco. A lo mejor hasta nos da beneficios, que va siendo hora ". Y Oliver, el hombre, recapacita, acata la petición y nos suelta este cuento blandengue, correcto, sobrio, pero sin esa pizca de mala uva que todos pedimos.
En muy reducidas cuentas, quienes queremos el cine de Oliver Stone, no gustaremos de esta película. Fans del cineasta apartados, la película es buena, limpia como el amanecer que la cierra.
World Trade Center, en manos de Stone, con Nicolas Cage de héroe diminuto y doméstico, huele a redención, a liturgia. Si Michael Mann hubiese estado en las riendas, tendríamos una versión acelerada, hiperrealista, extrema sin caer en el gore y, por supuesto, exenta de cualquier apunte religioso.
Me pregunto qué haría Tarantino. Sería muy curioso ver en qué convertiría nuestro amigo Quentin estas torres de la fe, dónde pegaría la patada.

Película indigna, en cierto modo, para un suceso infame.

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