Del número 5 de Pollock quise siempre escribir algo, pero no daba con la sintaxis descompuesta, ni con la semántica desquiciada. Tampoco hoy, que me he envalentonado. Me sale un texto sin estrago, un pálido trasunto de esa voracidad sin brida. Debiendo, el caos no le concierne. Querría componer un número 5 bis, un 6, donde las palabras pausaran su elocuencia o la reemplazaran por un más conmovedor don. Tal vez el de la vida misma, hecha de brochazos, alentada por pegotes de luz, poco inclinada al cartesiano volcado de una paleta fiable de colores. La literatura debería en ocasiones ser únicamente grumo. Sustancia sin pulir. Amasijo y vehemencia.
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