1.7.21

Un Sorolla



La pintura contiene trazas de realidad que la misma realidad no disimula, de modo que a veces, según uno mire, a cargo de la locuacidad de la mirada, no se distinguen y arman a su tornadizo antojo el paisaje. Al fotografiar desde muy lejos a esos niños en sus juegos en la playa, agrandando la toma, resultó un cuadro. Un Sorolla, quise creer. La luz en Cádiz es maravillosa. La vida a ella cosida fulge, se recama de matices y hace un delicioso trampantojo con sus colores.

2 comentarios:

eli mendez dijo...

Tal como lo dices, me pasa a menudo con el paisaje de playa.
Muchisimas veces es literal una pintura del mejor artista y uno se queda ahi, en silencio maravillado. Un abrazo y gran noche

Emilio Calvo de Mora dijo...

Gracias, Eli. Es así. El mar es arte en sí mismo. Esté como esté. Es belleza siempre. Buena noche para ti también

De botones y brocas

  Me agrada hurgar en las palabras, darles vuelo, apretujarlas, descomponerlas, abrazarlas, intimar con ellas y luego intimar otra vez hasta...