19.1.17

Bibliotecas / 9


Antigua Biblioteca Pública de Cincinnatti, Estados Unidos

Hay bibliotecas que parecen catedrales. Les falta a Bach tocado en un órgano majestuoso que ocupe una parte bien visible en alguna galería superior. Tampoco estaría de más que tuviesen campanas. Las metáforas poseen más belleza y también más hondura si las acuña lo sacro, a pesar de que el espíritu de las bibliotecas se afilie más a lo laico y exprese con más vehemencia la parte laica de la sociedad. Sin embargo, las grandes bibliotecas retrotraen al pasado medieval. En la Baja Edad Media eran las universidades y las iglesias las que soportaban el peso fiable de la cultura, su custodia, ese preservar lo hermoso y lo blasfemo para que no lo arruine el tiempo. El bibliotecario era Dios. Allí estaban celosamente custodiados todos los libros posibles. Ninguno escrito por el ingenio del hombre estaba afuera, expuesto al rigor del tiempo, sometido a la voluntad de los incrédulos o de los bárbaros, los que profanaron los cálices y las aras, arrasaron el jardín y quemaron los libros impronunciables, temorosos de que esos libros encerraran blasfemias contra su dios. Las bibliotecas tienen ese halo de cosa producida por la divinidad todavía, aunque las subvencionen las arcas públicas, que no son (esperemos que no lo sean) asunto de la Madre Iglesia.

En cierto modo, alivia esa idea panteísta del libro. Conforta la certidumbre de que todas las tramas de todas las novelas estuviesen en ese ámbito privado. En la actualidad, Google es el Bibliotecario. Él es quien rastrea e indexa. Las tripas del universo son un inabarcable poema binario en el que están todos los jardínes y todos los caballos, todos los ríos y todas las batallas. En un libro, en alguno del que no ahora no podemos referir un autor o un título, estarán estas mismas palabras que yo ahora un poco borgeanamente prefiguro. Que en otro se registraría un argumento inverso al que yo propongo. En un libro Caín no mata a Abel. En otro, distópicamente, el Imperio Romano llega hasta el siglo XVIII o Hitler ganó la guerra o no nacen Cervantes o Shakespeare. Habrá alguno en donde Donald Trump se hace presidente electo de los Estados Unidos de América.

adenda:
tantas veces en deuda con el bibliotecario ciego JLB.

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