Ojalá el cielo fuese un cuento de hadas. Sostiene Hawking, el eminente, que nada sucede una vez que el cerebro ha dejado de bombear saltos sinápticos. Como el mundo de las fluctuaciones cuánticas me viene ancho como el Kalahari, sólo me detengo a escuchar la música de las palabras. Ignoro si debajo hay un dulce trino de pájaros o notas desafinadas que chirrían alma adentro. Para que yo crea en el más allá o descrea, no preciso ninguna habitación llena de libros seminales, catálogos de ciencia pura como un puñetazo sobre una pompa de jabón. El mundo es frágil y es extraño. Prefiero la forma de entenderlo de David Lynch a la de este sabio absoluto sobre el que poseo un conocimiento demasiado rígido. Me está cansando el buen hombre y ese tintineo suyo de showman cuántico. Quiere poner las cartas sobre la mesa, pero no hay mesa ni hay cartas. Dios, al que busca, no está en una molécula. Tampoco fuera. Quizá está en una metáfora. En todo caso, la historia del tiempo, el Big Bang y los agujeros negros son amenidades de un cerebro con abundancia de saltos sinápticos, un cerebro (pongamos) demasiado irrigado. El mío, ay, está endeble. Se alimenta de frivolidades. Hoy, sin ir más lejos, caminaba por la noche escuchando Foxtrot, el formidable disco de Genesis, y pensé en eso, en las causas primeras del Universo. No sé razonar cómo fui del rock progresivo de una de mis bandas favoritas a los arcanos del cosmos. Ya digo. Saltos sinápticos. De golpe me llegó uno que me dejó a las puertas mismas de la percepción sublime de las cosas. Me duró un segundo. Lo juro. Un segundo.
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5 comentarios:
Fluye la inteligencia, fluye la sensibilidad unas veces delante, otras detrás de las palabras. Me da igual que sean saltos sinápticos o piruetas funambulísticas. Tanto me da Hawking que Lynch, las fluctuaiones cuánticas o el Kalahari. Dios, el Big Bang, los agujeros negros o la causa primera. Yo voy detrás de ti porque en un segundo, si pillo algo, va a ser sublime: El Génesis, la génesis o simplemente, Genesis.
Me voy a comprar cien sombreros; no quiero quedarme sin existencias. Hoy me lo quito y te lo lanzo, como a un torero.
Muerto el vivo, se acabó la fiesta sináptica. Pero mientras la música persista, que nos quiten lo bailao.
Después de todo, siempre nos quedará la palabra. La literatura, esa promesa de eternidad, donde vivos y muertos confluyen en voces, lamentos, sueños.
La vida es sueño, antes de nacer, durante el viaje y tras llegar a puerto. Como dijo Lope, mortales, pero mortales enamorados. La lógica es una ilusión, una promesa de paraiso. La indeterminación es la realidad, el pan de cada día. Perplejos, al fin y al cabo.
Qué dices tú de fluir.
Todo eso que dices... qué va, hombre.
En todo un salto sináptico con ojos cómplices, Miguel. Abrazo cuántico, por lo menos. Con birrita, máltico.
Sí, Ramón. La lógica lo desgobierna todo. Hay que dejarse ir, dejarse
crucificar por el azar. No tenemos otra cosa que azar y voluntad de aceptarlo.
Abrazo cuántico, también.
Más licor. Más perplejidad.
sabes que me parece el hawking este? , un nuevo guru que se pone a teorizar sobre todo y la gente toma estas teorias como verdades , mejor que se ponga a escribir una novela y no venda como verdades sus tonterias .
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