13.12.10

La metafísica del hidrógeno



Lo he sabido hoy: hace trece mil millones de años, tras el Big Bang, es decir, después del estornudo del Dios primigenio o, si el amable lector así lo desea, tras el caos primitivo que todavía no ha sido razonado, una manta casi infinita de hidrógeno ocupó el vasto espacio. Dicen los astrofísicos, que son como poetas de ese estornudo de Dios, que entonces, en ese asombroso inicio balbuceante del tiempo o del espacio o de ambos a la vez, hace trece mil millones de años, antes del surgimiento de las primeras estrellas, el universo era un sitio oscuro. Yo hubiese dado cualquier cosa por ser astrofísico. Lo digo en serio: eso de trabajar sobre la oscuridad tiene que ser fantástico. Yo, en caso de haber sido astrofísico, habría mezclado el espacio intangible de los primeros segundos del universo con la barba blanca del Dios primordial. Batido este cocktail con la suficiente pericia, agitado pero no mezclado, convertido en una bebida larga a once euros la copa los sábados por la noche, habría incluso ligado. Un astrofísico como Dios manda (o como dios manda, no crean: tengo mis principios teológicos) puede ligar a capricho si sabe manejar con talento la materia oscura de las metáforas (dónde está Dios, quién es Dios, qué es el tiempo, a dónde vamos, de dónde venimos) y la mecánica cuántica al estilo Fringe a las tres de la madrugada. Un astrofísico con labia es como una especie de trovador del siglo XXI de esos que van por las plazas embaucando incautas (o incautos, que son éstos otros tiempos y hoy estoy políticamente muy correcto después de llevar cinco días sin escribir ni una palabra en mi página) y destrozando corazones.
Esta noche, al leer en la prensa lo del hidrógeno y lo de la materia oscura del principio pequeñito de los tiempos, me he puesto saltimbanqui cuántico, me he puesto un poco metafísico, pero al final, pensando en qué iba a escribir, por dónde iba yo a atacar en plan serio los avances de la ciencia, me ha salido un post frívolo como pocos. Es que no me puedo ir a la mano: empiezan los científicos a buscar hidrógeno en los confines del cosmos y yo encuentro a Dios en el margen izquierda de mi teclado hp. Dice Rafa, con el que comparto poca prosa en materia trascendente y al que me une una amistad a prueba de big bangs, que terminaré creyendo en la derecha del Padre y asistiendo a misa de doce. No sé. Entra en lo posible. De momento, al menos en esta noche de lunes en mi sacrosanto pueblo, he salido a la terraza, he mirado al negro precioso del cielo lucentino y no he encontrado hidrógeno puro e infinito, hidrógeno metafísico, ese hidrógeno del principio fabuloso de los tiempos, cuando todo era oscuro y no teníamos en la cabeza las preocupaciones que nos aturden ahora. Me voy muy feliz a la cama. Voy a contar agujeros negros hasta que me duerma. No será pronto. Hoy me he metido algunos cafés que no debía y me he estresado más de lo que esos cafés convenían.

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6 comentarios:

Miguel Cobo dijo...

Hoy el espejo de los sueños me ha devuelto esta imagen, aparecida en cabalística fecha: 10/10/2010

http://arainfinitum.blogspot.com/2010/10/galaxia-de-manuel-vicent-ayer-mismo.html

Saludos

Francisco Cabello dijo...

Soy escéptico, pero a veces mirando la noche oscura, piensa uno... si no habrá algo. Y sucede en la oscuridad. De día, cuando ilumina el sol, soy escéptico. Qué te parece, Emilio ?

Ramón Besonías dijo...

Cuántico me alegro de tu perplejidad, Emilio. Veo que sigues metafisiqueando. Será el frío, que condensa el universo de nuesras ideas. Menos mal que llega después el verano y nos recuerda que todo es más prosaico y accesible, que uno ya de por sí es una galaxia insondable.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No lo conocía, Miguel. Paso a leerlo. Vicent me gusta casi más como columnista que en su faceta novelística. Gracias.

En lo oscuro arde mejor el misterio, Francisco.

No creas. En verano también se me va la pinza teológica. Un abrazo, amigo.

Iria dijo...

Tu amigo Miguel me ha recomendado leer este post, tras leer a su vez, un post que publiqué ayer sobre el Big Bang y el acelerador de partículas. Tras haber asistido a una charla de 5 horas sobre el origen del universo, yo me decanto por contar protones para dormirme, son más pequeños y el sueño viene antes.
¡Magnífico post Emilio! Nada frívolo, muy divertido y con consejos muy sabios para el ligoteo.
Si tienes tiempo, te adjunto mi humilde post de hereje física (o química):
http://velocidadpersonal.blogspot.com/2010/12/el-big-bang.html
Un saludo,
Irene Alcázar Prieto

Emilio Calvo de Mora dijo...

Nada de humilde, Iria. Lo vi el día en que hiciste el comentario y lo estoy viendo ahora con más calma. Gracias por entrar en este. Humilde, también, por no ser menos que tú. Nos leemos, seguro.

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