17.10.09

Y murió la caligrafía...


1.969. Brooklyn: estos niños estudian aritmética con avanzados métodos computerizados. En Andalucía, 40 años más tarde, los colegios entregan a su alumnado de Quinto y Sexto de Primaria net books, unos cacharros diminutos, fácilmente transportables, con Linux como sistema operativo, para que estudien el orden del mundo y entiendan su urdimbre y la fragilísima textura de sus ideas. Les dan ese equipaje digital y les niegan alimento espiritual. Les confían la sofisticada bandera del siglo XXI y no les explican la travesía de los años, el asombroso (por costoso, por doloroso) viaje que ha tenido que realizar la ciudadanía (la de Brooklyn, la de Tokyo y la de mi apartadito pueblo) para alcanzar esta excelencia didáctica. ¿Lo es en realidad? Si en 1.969 los alumnos de Brooklyn disponían de esas máquinas (miren ahora qué máquinas, pero piensen qué fueron entonces, cómo iluminaron la forma de enseñar de los profesores) y ahora desconocen dónde está Europa, qué ríos la atraviesan o qué idioma se habla en Brasil, por citar algunas pequeñas lagunas meramente enciclopédicas que suelen ilustrar algunas de las abundantes noticias sobre la analfabetización cultural del pueblo yankee... ¿sirvió para algo el derroche? ¿Dónde se produjo la fractura? ¿En dónde comenzará la nuestra? ¿Estaremos fabricando los mismos desvalidos alumnos, carentes de una formación sólida, escasamente interesados en la lectura, nada conscientes de la importancia de la educación y del esfuerzo en conseguirla, pero duchos en manejar bombas víricas en la red, expertos en la arquitectura del p2p y sobradamente preparados para hackear la centralita de la institución de turno y convertirla en un portal porno? Desvarío, déjenme desvariar. Es un pequeño lujo para esta tarde de sábado apática. Y encima me toca a mí, y bien contento que estoy, encenderlos, hacerlos útiles entre tizas y manuales clásicos, conseguir que congenien y gane, en la puja, el niño. Ah, también hay niñas, pero como es mi página y no soy nada correcto en políticas lingüísticas, me dejo llevar y escribo (como siempre) lo que me da la gana.
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevo toda la vida enseñando sin darle a ningún botoncito y me queda muy poco para jubilarme así que no voy a entrar por el "aro" socialista y pasar mis últimos cursos haciendo tonterías informáticas. Falta dinero para invertir en otros asuntos y no es bueno perderlo en estos. Yo no veré los resultados. Eso, al menos, me alegra. Buen blog, compañero. Un saludo. Fernando Molina Escuín

Alex dijo...

El analfabetismo funcional ya está en nuestras vidas, Emilio. No consistía más que en una tirada de dados.

Isabel Huete dijo...

Bueno, yo no sé dónde habrán estudiado, y cómo, otra gente de mi generación o de una generación cercana a la mía, pero mis padres hicieron malabarismos para que sus hijos estudiásemos en los mejores colegios de la época y puedo decir que no fue en ellos donde realmente aprendí las cosas porque todo lo estudiábamos de memorieta, lo cual para una mente dispersa como la mía no contribuyó más que a que me olvidara de todo una vez que pasaba al curso siguiente. En la carrera me pasó tres cuartos de lo mismo.
Los niños de Brooklyn estudiaban con esos armatostes y los de ahora con net books. Antes de los de Brooklyn se escribía con plumilla, y antes que estos con barras de grafito, y antes se esculpían las palabras en tablillas de madera, y antes en piedras... En fin, que la evolución es magnífica si no falla la didáctica.
¡Ojalá yo hubiera podido disfrutar de un net book!
Besazos.

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

Me contaba una amiga que imparte clases particulares que la mayoría de sus alumnos creían que Picasso era una marca de coche, y que "Qué bello es vivir" es una mierda comparada con "Crepúsculo"
Me temo que adelantaremos a los Yankees en apenas un lustro.
Un saludo

Anónimo dijo...

Ole tus huevos. Con perdón.

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