29.6.22

180/365 Danny y Sandy / Vincent y Mia


 

Danny Zuko ama a Sandy Dee. Vincent Vega no ama a Mia Wallace. Lo dicen las caras, lo que las caras enseñan sobre lo que hay debajo. Danny y Sandy creen en los cuentos de hadas y sospechan que el amor es una especie de flecha a la que no es posible esquivar. Vincent y Mia creen en el éter, en las sustancias psicotrópicas y sospechan que el amor está únicamente en las películas, y por supuesto en no todas. Las hay en las que no se muestra una pizca de amor. En la que ellos están hay amor como inmenso es el mar, que dijo otro, hace tiempo, pero estos tiempos de fiebre y de vértigo esconden el amor verdadero, evitan que se exhiba en exceso. Y todo eso lo puedes ver en las caras de Danny y de Sandy y de Vincent y de Mia. Ahí está escrito el amor en el cine de los últimos treinta años. Sin dirigirse una palabra. Sólo con lo que dice una cara. Algo, no obstante, los une. Más que el amor y las anfetas, más que el ruido de los coches y las royal con queso. La música. Una pista de baile. Una orquesta. Discos. Luces. Sudor. Eso es lo que Quentin Tarantino extrajo de Danny Zuko. Ahí es en donde John Travoltase esmeró en derribar un mito y construir, sobre los mismos mimbres, otro. Creo que necesita otra pista de baile para levantar el tercero. Uma Thurman hace anuncios caros. Olivia Newton-John... ¿dónde está Olivia Newton-John? Ah, sí, en un cine de barrio de cuando yo tenía doce (trece, catorce) y fui con un par de amigos (Raúl, Antonio) a ver Grease. El cine ya no está. Lo derribaron. Construyeron un bloque de vecinos. Alguno de ellos estará justo ahora viendo alguna de estas películas en Netflix o en Filmin. La vida es extraña. Eso es de Lynch.

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