María de los Remedios Villamediana y Núñez de Balboa es nombre caudaloso cuya sola fonética enciende pebeteros como catedrales. Al prenderse, por obra del azar que gobierna el secreto fuego, da un aroma intenso y afrutado que traspasa el pecho de quien, distraído, desavisado, no se opone a recogerlo. El abuso de esa ingesta de aire dulce y hermoso convoca el numen mismo de la ocurrencia, la sublimación del estro lírico, por lo que los agasajados con esa circunstancia se encomiendan a la poesía y es costumbre que triunfen en todas las veladas líricas de verano, concitando el aplauso del extasiado público, arrobado por el candor prístino de los juegos florales y de la cadencia en las sílabas. Es especie que carece de filantropía alguna y se le desconoce descendencia. Quien inhala el olor del sahumerio propende invariablemente al desatino unánime de sus facultades sociales y no es infrecuente que desbarre en palabras soeces y en escandalosas blasfemias si carece de la emanación de ese fuego mágico. María de los Remedios Villamediana y Núñez de Balboa es inspiración de poetas sin laurear y los agraciados con sus milagros rezan para que el Buen Señor no la convoque a su reino y los deje sin aliento poético.
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