1.5.21

Dos nubes


 Qué desatino el de la nube, qué poco afecto al paisaje que divisa, con qué precipitado afán se engolosina de aire y ocupa la novicia extensión del cielo. Esta tarde, al subir a la azotea, ya no estaban las que me saludaron hoy temprano. Ignoro si abandonaron esa regia formación (ufológica casi), a poco que las dejara o han continuado en ella, por mera pereza o por alguna voluntad que se nos escapa. Tendrán su lenguaje. Alguna manera de decirse qué hacer o a qué dirección inclinarse. Nuestra ignorancia en su manejo no invalida que exista. Cualquier día de éstos sale un lumbreras de alguna universidad con la noticia de que las nubes hablan o cantan. Serán más de cantar. La lluvia será la evidencia de que la canción ha adquirido un rango sublime y hace que el mismo cuerpo de la nube se rompa y mude en agua. El gris o el negro que a veces exhiben o las surrealistas o figurativas formas con las que danzan allá arriba también tendrá su cartesiana rendición de razones, pero es mejor contar con la poesía para explicarlas con más hondura, aunque sepamos que no tienen voz, ni se entusiasman con la locura del cielo o con la dura visión de la tierra.

1 comentario:

eli mendez dijo...

Es un texto preciosoooooooooo!
engolosinados nos quedamos los que leemos!!! jajajaj

Pensar la fe