26.1.10

A mordiscos




Está en lo humano, en lo íntimo de cada uno, la desconfianza. Se gana en su conquista conforme los años nos saquean. La ecuación no se resuelve: desconfía uno porque la realidad es hostil y porque somos mansos y somos débiles. En la ironía, en ese adensamiento de las palabras en busca de las que hieren, en ser retorcido, podemos ser unos perfectos hijos de la gran puta. He visto gente de gesto noble y de intenciones buenas que, al ser cercados por los otros, en la certeza de que van a perder algo que estiman mucho o de lo que no están dispuestos a desprenderse, arrancan a cuchilladas, sacan los dientes, escupen, blasfeman, les hierve toda la sangre que les quema el cuerpo y terminan por hacer cosas de las que luego, repensada la ira, se arrepienten. Es fácil sacar a cualquiera de sus casillas: basta conocerlo, intimar, arrimarse a sus hábitos, percibir los flancos sin guardia.
Lo que no cuadra, salvo que de verdad tenga uno la desconfianza a nivel genético y le hayan dado palos hasta en sueños, es que se desboque un oyente, uno casual, en la radio (esta noche) a cuentas de ZP o que un tertuliano, en ese mismo programa, jalee el estropicio semántico del invitado accidental y hasta recomiende ir por ahí, en los bares, en las colas de la charcutería, en el trabajo, zahiriendo al presidente del Gobierno. En plan bruto. Consignado el slogan de que hay que derribar al tirano. Imagino yo, lento de reflejos como soy, que el activista verbal está repitiendo un patrón que ha oído en otros y que, analizado a fondo, carece de argumentos para sostener su inquina. El que sí da muestras de manejar los datos es el tertuliano, especie de exquisito gusto a la hora de descalificar a quien no comparte su criterio, del tipo que se embebece escuchándose, encantado de conocerse a sí mismo y convencido de que están haciendo por su patria lo que otros, antes, hicieron en otros frentes de batalla. Los oyes en la radio y los ves en algunos canales de la nueva televisión parida con el invento del TDT: canales comprensiblemente alumbrados por capital de la derecha, que se obstinan en zarandear al ejecutivo y no se arredran en exponer abiertamente sus cartas. Tampoco lo hace algún periódico progresista que no permite horóscopos ni crónica pugilística y, sin embargo, se engolosina en crónicas y en artículos cuando la santa iglesia católica cae en un desmayo, se le ve un desliz o comete la imprudencia (harto frecuente, digámoslo así) de decir lo que no debe y decirlo alto y sin tapujos.
No digo yo que esta pobreza en lo anímico y en lo financiero (quizá sean los dos las caras de la misma moneda) que tenemos encima no merezca este musculado tono de protesta: asombra (tal vez) el ensañamiento, la falta absoluta de respeto a la hora de sacar a la palestra a unos cuantos exaltados a los que se les da un micrófono. No me falta imaginación para sospechar que podría pasar lo mismo a vuelta de urnas. En cuanto Rajoy muerda el poder se afilará la tribuna de opositores. Nada leales. Siempre en armas. Convencidos de que el torpedeo mediático es un deporte que, aparte de debilitar al enemigo, da beneficio en caja, crea adhesiones a pie de calle y hace que, por las mañanas, al ir al cuarto de baño y enchufar la radio, pongo por caso, saludemos el día con fiebre ajena, azuzados por los de siempre, los de un bando y los de otro. No difieren, no muestran distintivos. La realidad es hostil y somos blandos. Falta el activista de turno, esa especie de periodista fronterizo, más interesado en ganar adeptos a su causa que en informar sin que se note en exceso (siempre se nota, no nos engañemos) de qué pie cojea, con qué bandera se inclina y hacia qué negociado abre (iluminado y terco) la pedigüeña mano. Todo es cuestión de pasta. La desconfianza, bien pagada, es un bonito oficio. Da para mucho. Pero insisto, me sobra inocencia, soy débil, soy manso, soy un alma sensible que se escandaliza por poco y luego no concilia el sueño ni escuchando a José Ramón de la Morena.


.

4 comentarios:

Alex dijo...

En general, las tertulias políticas sacan lo peor (así como las deportivas) que llevamos dentro. El fanatismo se exacerba y se deja de ver y escuchar a la otra parte. Desde hace quince (tal vez veinte años), todas se han politizado o forofizado de modo vergonzante para los que no atendemos a determinada luz.

La viñeta es genial. En una imagen resumidas millones de palabras vacías lanzadas en esas tertulias.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Se ha politizado todo. La escuela también. El fútbol según la geografía en donde se practique. El fanatismo campa a sus anchas y le dan cuartelillo para que siga campando. Nosotros nos convertims en cronistas de quinta fila de un fenómeno de primer orden. Escribimos aturdidos.

Pedro dijo...

Ya sabes el antiguo refrán "Siembra, que algo queda". Algunos cambian la primera palabra, que promete nueva vida, por esta otra "Calumnia..."
Y al final se llevan de calle a gente ávida de cortar cabezas. Y se lo creen todo, creo que hasta ellos.
Por cierto, yo me duermo todas las noches oyendo al de la Morena. Saludos.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Yo también escucho a De la Morena muchas noches. Hay mucha gente "ávida de cortar cabezas". Pues sí. Además se sienten cómodos en el papel. Gente sencilla, gente difícil. Falta que nos den un argumento para encabronarnos. Nos falta eso, Pedro.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.