20.7.09

Harry Potter y el misterio del príncipe: Un cuento de hadas turbio


A menor densidad de trama, cuanta más pequeña es la dosis de intriga, mayor es la satisfacción del usuario accidental, el que no ha leído un solo libro, pero no se ha perdido un solo film. En cambio, el lector avezado, el que lleva en cuenta los tejemanejes más íntimos, las rocambolas argumentales de más fuste y los entresijos líricos de las novelas de J.K. Rowling, ese lector (conozco a algunos bien cercanos) sale defraudado, aceptando la grandiosidad del espectáculo y, al tiempo, su vacuidad, su fragilidad. David Yates, al que se le ha encomendado lidiar con este episodio de tránsito hacia el clímax final, propone la lectura más adulta posible del mito: turbia, conmovedoramente oscura, impecable en su factura técnica, convertida en un divertimento para toda la familia, que crece a medida que la turbiedad se impregna en los personajes y extrae de ellos las briznas de credibilidad que antes, en otras amables entregas, era impostura, desvelo de los guionistas para que la película crease los arquetipos facturables, los que luego en taquilla y en el merchandising engordan obscenamente las arcas de la productora.
Como no tengo por un fan de Harry Potter y sólo tuve la osadía de leer el primer libro, me abstengo de entrar en disquisiciones argumentales y esbozar alguna teoría sobre si el libro está bien contado o, más al contrario, se pierden detalles, se emborrona la esencia y todas esas cosas lúcidas que suelen decirse a la hora de comparar la materia libresca y la recluida en fotogramas. Yo disfruté de este Harry Potter como no he disfrutado de ninguno: quizá ese disfrute ilustre mi escaso afecto por la saga. En donde los lectores más exquisitos y exigentes han sacado las más afiladas garras, yo he me he batido casi en palmas, reconociendo el fascinante espectáculo servido, la perfección formal y hasta el gusto casi minimalista por el detalle. Yates se obstina (afortunadamente) en lo lúdico y prescinde de ser un operario más de la nómina de operarios que han conducido el crecimiento público del señorito Potter. Ahora que está talludito y que le explotan las hormonas a pie de varita, es cuando advertimos que han pasado los suficientes años como para los lectores imberbes, los que abrieron la esclusa de la lectura y ahora no paran de leer (bendita cosa y agradecimiento eterno a la Sra. Rowling y su jodido artefacto) también hayan crecido con él y sientan los mismos terremotos neuronales, la misma perturbación y hasta el mismo deconsuelo vital que siente el héroe de las gafitas y la cara de empollón que ha ocupado las taquillas (ahí va eso) de lo que llevamos de milenio.
Harry Potter y el misterio del príncipe es sombría, casi perversa, acreditando momentos de verdadero tenebrismo, es sombría, y casi perversa, pero adolece de un ritmo estable: se pierde en bagatelas románticas que igual no aportan nada al establecimiento de una intriga, pero hasta ese limbo en el metraje contiene el divertimento antes reseñado. Por primera vez hay un humor que no molesta a quien no lo comparte, entiéndaseme bien.
Me quedo con Jim Broadbent, el profesor loco, el histriónico mago de pócimas. La luminaria del talento a la hora de recabar gente muy apta para estos personajillos de cuento de hadas hace que uno disfrute razonablemente del viaje y entienda que ir en familia al cine, en comandita feliz, tiene a veces premios. Éste es uno. Mi hija no está de acuerdo, pero es que ella se sabe la trama de corrillo y ha visto defraudas todas sus altas expectativas...

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se pierden los motivos con los que se abrió la serie pero se abren otros que a mi me gustan mucho y que, yo que he leido todos los libros, entiendo que falten porque si no esto seria imposible de llevar al cine, pero eso es un asunto muy largo, una cosa que viene pasando desde ha tiempo y que todavia colea en peli que viene de libro. De cualquier manera, muy de acuerdo con tu brillante reseña, Emilio. Saludos, Rafa.

Isabel Huete dijo...

Confieso que no he leído ninguno de los libros y las pelis las he visto cuando las han pasado por la TV, a falta de un programa mejor. Tampoco creo que esta vez me gaste el dinero en ir a ver ésta, aunque tu reseña me invita a hacerlo.
Un besote.

Santi dijo...

Las expectativas son como el alto de las escaleras donde se precipita lo esperado; vaya frase tarjeta he soltado... es que es lunes; no sé, yo también he leído el primer libro y visto, con retraso, cada una de las películas y me supongo que no puede estar peor que la peli anterior y que, aunque sólo sea por la trama, esta estará bien; es ese punto donde "los malos" parece podrían ganar; y eso siempre es interesante aún cuando ya se sabe que dirigos van hacia el final feliz. Recuerdo un escritor, no hace mucho, que decía negarse a vender esperanza; y bueno, igual es sólo otra patología de las frases de tarjeta, porque no entiendo que el mundo quisiera comprar tristezas... Que creo me hago viejo porque antes me gustaban más los finales oscuros, turbios;, supongo que al crecer te das cuenta de que de eso ya vas a tener, así que para qué buscarlo en la oscuridad de una sala de cine; en la oscuridad del precio de una entrada de cine, más bien.

Abrazos de habrá que ver el misterio del príncipe:); que en nuestro país será que a la muerte del padre, él herede la corona, pero esa ya es otra historia que... decepcionará a unos y gustará a otros ;)

Emilio Calvo de Mora dijo...

Si hay que adaptar un libro al cine, es éste o son éstos, Rafa. La peli funciona bien de principio a fin, con altibajos, con lagunas. Porque es muy, muy larga, en minutos, pero no se hace larga, y eso ya es muchísimo. A los peques les encantaría más la primera y la segunda... Mi favorita era Azkaban. Y por supuesto que veré las 2 siguientes.

Leí el primero, ya sabes. Las he visto en sala grande porque mis hijos han sido harrypotterizados en la edad debida. Los padres, también. De otro modo, pero también. Ve a verla, Isabel, te aseguro que recrearás los ojos con una fotografía excepcional. Hay fantasía, mucha.

Me he releído tu comentario, Antwaters, porque merece relectura. Estoy contigo. De pe a pa o como se diga. No sé tu edad pero eso de los finales turbios... A mí me gustan los turbios y los limpios, según los días.
Entré en tu página, y me encantó. Nos leemos.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.