9.11.08

Rue de...


Hace ya muchos años, demasiados tal vez, mi amigo Fernando Oliva me regaló este cuadro en el que, en sus palabras, estaba yo. Ignoro si continúo dentro. Los años borran y los años manipulan el texto de los recuerdos, el vocabulario exacto con el que levantamos el júbilo de los gozos compartidos, pero el cuadro de mi amigo sigue en la pared, a la vera de este teclado desde donde escribo de modo que lo veo a diario y busco, en los dibujos, en la críptica caligrafía de su genio de hombre renacentista, mi propia esencia. Carezco de los instrumentos para hurgar en la trama de símbolos como debiera. En algunas cosas me encuentro y me siento a gusto. En la noche, en los libros, en las notas musicales, pero hay asuntos que se escapan a mi gobierno y entonces es cuando echo en falta a mi amigo Fernando. Ubrique tampoco está tan lejos. Mapas que coartan a veces el normal desempeño de nuestras inclinaciones afectivas.

4 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Deduzco por tus palabras que no te has encontrado dentro del cuadro... Yo te he visto en muchas cosas aún sin conocerte pero sobre todo he visto tu nombre claramente escrito en los pétalos de la flor. Es un detalle precioso y el cuadro, todo él, es una delicia de conceptualismo, según lo veo yo.
Aunque no he tenido tiempo de comentarte, te he seguido estos días. Tienes uno de esos blog de los que me resulta imposible desengancharme. :))
Un beso grande.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Gracias. Muchas gracias.

Anónimo dijo...

También yo he visto tu nombre escrito sobre los pétalos de una flor. Una declaración de intenciones. Buen amigo tienes. Y Ubrique no está tan lejos, no.

Anónimo dijo...

Yo lo he visto y no gana en el blog. Buen cuadro. Buen amigo. Buen post. Abur, my friend. Ya está bien, muy bien, como dices tú, por hoyyyyyyy

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...