6.11.08

Homer vs. God o La fábula del jabalí desatento


I
La Fundación Bertelsmann ha emitido un (al parecer) completo y fiable informe sobre la vigencia de los valores religiosos en 21 países de la Comunidad Económica Europea. El texto es prolijo y lo que ha adquirido relevancia pública y pasado a ser titular de la prensa es que los europeos católicos desoyen las admoniciones de los jerarcas de la Iglesia y no confían en lo que puedan decir acerca de la política (que hoy en día es más que nunca una cosa casi ya únicamente monetaria) o del sexo. En estos dos asuntos, el católico practicante emite juicios más en consonancia con quienes no practican de forma que la jerarquía eclesiástica predica en solitario y parece condenada a confirmar año tras año que su vigilancia de la moral no depende del público que la secunde sino de su propio y santo ejercicio unitario. En parte no extraña que la religiosidad ignore ese desacato popular a sus consignas. La Fundación de marras añade que en estos 21 países la religión se sigue con más fervor entre mujeres y ancianos. Que uno de cada tres españoles admita rezar no quiere decir que la estadística pueda ser sacralizada. Tengo yo un amigo que no cree, pero al que todavía le cuesta abandonar ese rato de plática nocturna con Dios antes de soñar con la hipoteca y desvariar con el sórdido fondo del alma concupiscible, que ése es otro asunto. Eso de no creer está a la orden del día. Está (sobre todo) propagarlo, anunciarlo, confesar a bombo y platillo, sin pudor, que la fe es irrelevante y que el que la profesa no deja de ser un sentimental, un ser frágil que no ha conseguido liberarse de las trabas de una educación más pendiente de lo etéreo y de lo divino que aferrada a lo terreno. Y ahí está mi amigo, pidiéndole a Dios que le ayuda a elevar la cumbre de los días y le permite, entre la zozobra del azar y las puyas de la rutina, acostarse en paz con el mundo y con su atribulada alma. En ésas, a la postre, estamos todos. Incluso quienes no tenemos interés alguno en platicar con nadie a quien no podamos ver cara a cara por ver si nuestra cháchara le produce rubor, interés o vergüenza.
II
Ratzinger explicó que Europa "era una viña devastada por jabalíes". El informe confirma que los jabalíes van en aumento y que las vides, a lo visto, van a menos. Homer Simpson, por el contrario, le pide a Dios que deje de mirar cómo las mujeres se cambian de ropa y atienda sus súplicas. El jabalí, al final, tira al monte, y la Historia revela que el monte es el vasto dominio del instinto, que en ocasiones se amotina en su cárcel cercada por argumentos y pide, a voz en grito, airado, convertido en una zarza ardiente, pecados con los que restituir su naturaleza crápula, su querencia por los placeres inmediatos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A Ratzinger no lo leo; bastante con verlo en la tele cuando no lo pides.... Lo de los jabalíes... ay los jabalíes... Qué bicho más traidor... Le pegas un tiro (soy cazador en ratos libres) y se te abalanza con mala leche como la bestia que es... Bestias, papas... En fin... Todos sabemos de lo que hablamos...
Rafa

Emilio Calvo de Mora dijo...

Excederse es fácil.No es cosa de pedir que salgan en la tele quienes nos agradan o quienes no, Rafa. Pero el símil del jabalí es, por lo menos, desafortunado.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.