Pesar la lluvia, su resurrección de agua, es oficio es de poetas. Un poeta manuscribe versos hasta que él entero es poesía y cancela la costumbre antigua de transcribir su alma. El delirio de convertir el milagro de la poesía en un acto de fe pura no es materia baladí. Nace elogiada de luz la palabra que concita la unánime prestidigitación de la emoción, pero hay manifestaciones sutiles, glorias de lo inefable. La del que se extasía en la contemplación de lo que carece de volumen. La del terraplanista cuando de pronto concibe la continuidad del paisaje y no se da de bruces con el abismo. Ya no hay abismos. Queda la lujuria de la memoria. Pensamos para precavernos de la soledad.
8.5.24
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Frenadol blues
Andaba enredado en una página seria, qué sabrá uno, en la que se contaba amenamente que unos científicos han descubierto que el tiempo pue...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Hace algunos años o algunos cursos (los maestros confundimos esas dos medidas del tiempo), escribí este cuento para los alumnos de sexto d...
-
Tinto Brass , en cierto modo, es un viejo verde con una cámara: uno del tipo que cambia los Anales de Tácito o las Obras Completas de Giaco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario