28.2.17

Hacer un warrenbeatty


No sabe uno bien las cosas, no tiene la propiedad de su buen uso, pero deja que lo ocupen y trasiega con ellas lo mejor que puede. Hoy me levanté pensando en el error, en la idea primaria del error, en cómo nos equivocamos, en la manera en que uno no hace lo que se espera que haga o incluso en la posibilidad de que el error no tenga esa mala prensa y tenga sus adeptos. No he visto tal cosa. Digo un club de gente que ha fracasado en algo o algo así. Cosa de ese pensamiento de primera hora de la mañana, al sentarme ahora y poner la contraseña en el ordenador he pulsado las teclas equivocadas. Hace que no me pasa. Luego he puesto el lavavajillas y le he dado a un programa que no convenía. Quizá la culpa la tenga Warren Beatty y el marrón del papel del Óscar a la mejor película de la noche del domingo, pero ha sido un error productivo. Todos lo son. Basta meter la pata para que la noticia se difunda con rapidez. El trabajo bien hecho (que Warren Beatty o Faye Dunaway, la pobre, hubiesen leído como Dios manda la tarjeta) no es noticia nunca. Andamos pendiente de que alguien cometa un desliz. Estoy pasando un bache, un revés, un agujero, un no sé qué me pasa, que ni yo mismo me entiendo, cantaba Aute. La creatividad nace del error y de la sustitución del error. Los mediocres no se equivocan nunca. Ahora voy a ver si preparo unas cosas para el trabajo sin que me tiemble el pulso o se me vaya el santo al cielo y haga un warrenbeatty.

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Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.